quarta-feira, 27 de novembro de 2019

82- ÚLTIMAS NOTICIAS DE AITO




82- ÚLTIMAS NOTICIAS DE AITO



Vivir en El Cabo del Fin del Mundo era como vivir rodeado por alta mar en una nave, pero en una nave que parecía que iba a naufragar en cualquier momento. En ningún otro lugar que el bardo hubiese conocido se desencadenaban terribles temporales con tanta facilidad. Las tormentas podían durar media hora, dos horas o varios días enteros en los que el cielo no paraba de bramar y Zeus y Poseidón parecían estar peleando la más virulenta guerra contra la tierra firme, como si quisiesen destruir la Atlántida de nuevo. Innumerables rayos caían como restallantes latigazos a ambos lados del Monte Pion iluminando el sendero del Laberinto Ancestral y las formas de los cabos próximos, los rabiosos vientos y las olas del océano se precipitaban con la más espantosa violencia sobre la amplia playa de Mar de Afuera como ejércitos poderosísimos de caballos salvajes de crestas espumosas que quisieran conquistar y devastar el mundo con sus embates.

En esos momentos en los que el cabo era golpeado sin cesar como el yunque de un herrero gigantesco, sólo cabía refugiarse en la cabaña de Donnon y darse ánimos mutuamente, intentando que la música y los cantos junto al fuego compensasen un poco la terrible zarabanda de martillazos eléctricos que sonaba sin parar. Cuando acababa la tempestad y renacía la calma, todo recobraba la nitidez hermosa y la luminosidad de un mundo lavado de impurezas.

Seis meses llevaba Orfeo cultivando, limpiando y embelleciendo cada vez más el laberinto durante la parte más temprana del día, mientras se desarrollaba paralelamente su proceso de reflexión interior. Al regresar a la casa de Donnon cargado de sus propias verduras colectadas, para ayudarle a cocinar y con el resto de las tareas cotidianas, se encontró con que éste acababa de reconocer y acoger a un nuevo iniciante.

Se trataba de un jovencito de aspecto introvertido, nacido en el sur de la Galia, que había recorrido todo el Camino de las Estrellas desde el otro lado de los Pirineos; al llegar al faro del Fin del Mundo sintióse decepcionado por un final tan vulgar y, sin que nadie se lo recomendara, había ascendido, como Orfeo, a las Aras Altas, había descubierto desde allí el laberinto y acabó por encontrarse con Donnon, tomándole por un simple vecino de aquel sendero de espirales, que le parecía un resumen de su propia caminata, rogándole hospitalidad pagada con su trabajo durante unos días, en los que él quería meditar y reciclar lo aprendido durante su peregrinación antes de regresar a su tierra.

Poco después de haberle acomodado, Donnon pidió a Orfeo que salieran a dar un paseo juntos y, ya en el bosque, le dijo que ésta era la clase de peregrinos que la magia del camino acababa trayéndole “como por casualidad”, para que pudiese cumplir con ellos su misión, así que le rogó que tratara de no influenciarle en absoluto con lo que él ya sabía del laberinto, ya que cada uno debería tener en él sus propios descubrimientos, en su propio lenguaje sentimental y mental y a su propio ritmo... y esto era lo único importante que la experiencia del Camino Sagrado aportaba.


Aquella noche, el joven contó ante el fuego en la lengua franca pelasga anécdotas interesantes de su camino. Resultó que había conocido a los Brigmil y compartido algunos días en su Comunidad de Milesia, así que pasó un buen tiempo narrando a Orfeo y Donnon lo que se sabía de cuanto había sucedido con Aito y los treinta compañeros que se fueron con él a bordo de tres barcos a descubrir la Isla del Destino , así de como había sido la reacción de los Brigantes en los últimos meses, al enterarse de aquellos hechos.


 “- El hábil arpista Vigo, un muchacho de menos de dieciséis años, que había sido nombrado Sacerdote-canal de la expedición, transmitió al Comandante Aito, “El que dice la palabra”, por consejo de Amerguín, quien lo había soñado, que por ningún motivo “pusiese directamente sus pies” sobre las nuevas tierras que descubriera, hasta que estuviese bien seguro de que ningún peligro le acechase, ni a él ni a sus hombres,

Siguiendo días y noches las estrellas en dirección norte sin desviarse, los navegantes atravesaron mares tempestuosos y olas gigantes animados en medio de la dificultad por la música magnífica de Vigo, hasta descubrir una mañana entre la niebla un litoral verdecente.

Costeándolo, acabaron avistando un poblado de pescadores en el fondo de una bahía. Para no inquietarlos, Aito mandó a cuatro hombres en un bote a pedir a la comunidad permiso para desembarcar pacíficamente e intercambiar.

Los emisarios regresaron diciendo que habían dado con el extremo occidental de la mayor de las Casitérides y que el comandante de las naves y siete de sus hombres eran convidados a entrevistarse con el Consejo del pueblo en la playa.

Aito y siete acompañantes aceptaron el convite y llevaron presentes de su tierra para los representantes de los nativos, que ya llenaban el arenal. Siguiendo el consejo de su maestro, y por sugerencia de Vigo, Aito desembarcó a lomos de su caballo y no quiso desmontar hasta que percibió claramente que la acogida local era bien intencionada y cordial. Durante un día y una noche intercambiaron música, bienes, cortesías e informaciones. Por fin, los tripulantes de las tres naves fueron también autorizados a desembarcar.



Pudieron entonces saber que la isla soñada era real y hermosa y que se encontraba al otro lado de un brazo de mar que había al occidente de donde estaban. Supieron que se encontraba en un estado de guerra civil entre tres líderes hermanos, hijos de los últimos invasores, los Tuatha Dé Danann, un pueblo de poderosos magos.

Poco después, los tres barcos desplegaban de nuevo sus velas rumbo a ella, llevando con ellos a algunos de los nativos de la Casitéride Mayor, para que hiciesen de guías e intérpretes.

Por fin fueron avistando y contornando muchos islotes rematados por altos peñascos de pura roca, que parecían estatuas de gigantes, hasta enfilar la boca de una de las bahías que penetraban profundamente la recortada Isla del Destino.

Llegando hasta la playa montado en su caballo, Aito subió con los Brigmil y los guías a una elevación.

Allí pudo ver, más allá de las montañas que amurallaban los litorales, planicies onduladas del más bello color verde esmeraldino imaginable, enmarcadas por exuberantes bosques de robles y hayas, por pantanos y lagunas, porque el clima, aunque templado, era mucho más húmedo que el de la tierra de los Gal. El paisaje parecía corresponderse en todo con la visión que el guerrero había tenido una noche desde la alta Torre de Brigantia, pero todo era más nítido y más gloriosamente brillante e iridiscente en cuanto el sol lograba imperar sobre los campos mojados por la lluvia.

Desde aquella elevación, Vigo tocó el arpa e invocó el permiso de las tres diosas de la Isla, Banda, Fodla y Eirin, para que facilitasen la misión de los Brigmil. Luego contó a todos que fue Eirín quien le respondió en su interior, asegurándole que la sangre de los pioneros que acababan de llegar regaría el desarrollo de la semilla milesiana sobre aquella tierra durante cientos de generaciones. En su homenaje, Aito comenzó a hablar, a partir de entonces, de la “Isla de Eirin”.





Los guías le contaron que, de los tres caudillos en pugna fratricida, uno de los tres era más razonable que los otros. Hacia su encuentro decidió dirigirse “El que dice la palabra” y, siendo recibido por él, le aseguró mediante intérpretes, sin bajar del caballo, que tenía experiencia en actuar como negociador ante distintos contendientes en conflicto, y que sólo quería, a cambio, que los barcos de Brigantia pudiesen intercambiar con los isleños, que cediesen para ellos un puerto franco y obtener una pequeña tierra en él, donde instalar un almacén portuario y una nueva comunidad regida por milesianos.

El caudillo Mac Cuill, aunque desconfiado, consideró que poco costaba intentar una tentativa de paz aprovechando al forastero, y concertó una tregua y un encuentro negociador con sus hermanos en un terreno neutral.

Pero éstos no aceptaron la propuesta, y entonces Aito decidió aliarse con el único que le había acogido. Junto a sus hombres, los Brigmil se dirigieron hacia la fortaleza del caudillo más cerrado. Antes de llegar, él mandó emboscarlos y atacarlos.

Afortunadamente, la experiencia guerrera de los Gal consiguió prever la trampa, reservar la mitad de sus efectivos, hacerlos aparecer en el momento oportuno por distintas direcciones, dividir a los atacantes en tres grupos, debilitar a cada grupo, vencerlos y ponerlos en fuga.

La reunión se celebró finalmente en un lugar sagrado llamado Tara, sin embargo, al más feroz y arrogante de los caudillos litigiantes, llamado Mac Cecht, aún resentido de la derrota de sus hombres, no le gustó nada que Aíto no se apeara del caballo salvo cuando se encontraba totalmente rodeado de la seguridad que le proporcionaban los Brigmil.

Intrigó secretamente con sus hermanos, los convenció de que aquellos extranjeros sólo querían quedarse con la isla y que los tres deberían juntar sus fuerzas para exterminarlos, a fin de luego poder continuar su pugna entre ellos sin interferencias.

Vigo, el arpista, intuyó de alguna manera lo que estaba ocurriendo y se lo comunicó a “El que dice la palabra”, aconsejándole regresar aquella misma noche, a toda prisa, a la bahía donde les esperaban los barcos brigantes.

Aito consultó con sus hombres la posibilidad de realizar un golpe temerario, intentando apoderarse de los tres reyes ahora que aún estaban juntos. Varios de sus mejores guerreros estaban dispuestos a secundarle, jugándose el todo por el todo, pero cuando el comandante pidió su consejo final a Vigo en presencia de todos, el muchacho insistió en afirmar que “la Jerarquía, dentro de él”, les pedía que regresasen cuanto antes a los barcos.

Aito dudó, pero sólo un momento. Glúingal le había recomendado mucho que jamás desoyese los prudentes avisos de lo Alto, en caso de riesgo extremo. Así que ordenó a todos recoger sigilosamente y que se dirigiesen a los navíos sin demora.

Pero los ejércitos combinados de los Tuatha Dé Danann, mejores conocedores del terreno y sus atajos, les dieron alcance cerca de la costa y los rebasaron a distancia por un flanco, saliendo por sorpresa su caballería de un bosque, en dos bloques y colina abajo, embistiendo y arrollando su vanguardia, donde él iba.

El choque masivo y repentino, en dos oleadas seguidas, hizo que Aito cayese de su montura y, ya en tierra, fue rodeado y asesinado por múltiples golpes, junto con el joven Vigo, Turos, Bodo y otros tres Brigmil, que se habían lanzado a protegerle.

Como la muerte del líder extranjero era la prioridad de los hermanos, los jinetes Dé Danann abandonaron inmediatamente el combate, dejando anonadados a los Guerreros Libres del centro y de la retaguardia, que llegaron demasiado tarde.

Locos de cólera, propusieron perseguir a los enemigos y vengarse, pero los veteranos más prestigiosos, conscientes de su gran inferioridad ante los tres ejércitos reunidos, los convencieron para llevar el cuerpo de Aito y sus compañeros masacrados de vuelta al caudillo Breogán, pidiendo refuerzos a Brigantia para castigar a los asesinos.

Así se hizo, Junto a la Torre de La Visión se levantaron ocho grandes piras de leña y, antorcha en mano, Breogán se despidió de su hijo y de sus hombres y prometió venganza con contenida furia ibérica.

En el menor tiempo posible volvió a cruzar el tenebroso océano una expedición de treinta y cuatro barcos brigantes, uno por cada clan, equipados a toda prisa con todos los recursos que se pudieron reunir y dirigidos por dos jefes de guerra, ambos hijos de Breogán. La flota desembarcó en la misma bahía a la que habían llegado las tres primeras naves exploradoras.

Venían en ellos, además de guerreros, mujeres y niños deseosos de poblar la nueva tierra. El propio Amergín vino, al frente de la mayoría de los Brigmil restantes. Todos los milesianos habían pedido sumarse a la expedición, así que hubo que echar a suertes quienes se iban a quedar, para que Milesia no quedase desguarnecida.

Las ofensivas contra los tres hermanos Tuatha Dé Danann reunidos fueron tan rápidas, duras, despiadadas y produjeron tantas muertes, que ellos tuvieron que enviar a sus Hombres de Conocimiento a Tara para pedir que se cambiase la fuerza de las armas por la de la magia, y se pusiese en manos de las tres diosas de la isla la decisión sobre quienes iban a ser los amos de la superficie del país en adelante.

Cuando se conocieron las nuevas condiciones de juego que el enemigo les proponía, los dos hijos de Breogán, Eber y Eremon, no querían ni oir acerca de abandonar sus posiciones duramente conquistadas, pero Amerguin dijo que le parecían bien y que, por su parte, asumía el desafío mágico. Los Brigmil y el resto de los milesianos le secundaron en bloque inmediatamente.

Su firmeza, su prestigio y su poder de convicción eran tan grandes, que venció las resistencias de los jefes de guerra y de los guerreros brigantes, consiguiendo, en esa misma asamblea, que la totalidad de los expedicionarios Gal aceptase el desafío junto a él.

Consistían las condiciones propuestas en que, durante una tregua de tres días, los Brigantes se subieran a sus barcos y se retirasen más allá de donde se formaba la novena ola de las rompientes. Desde allí, invocarían el favor de las diosas para desembarcar, al mismo tiempo que los magos de los Tuatha Dé Danann pedirían que no pudiesen poner sus pies en tierra.

Y pareció que eran escuchados, porque, en cuanto las naves de los Gal rebasaron la novena onda, se desató una pavorosa tempestad mágica que parecía que iba a hundirlas a todas.

Pero, en ese instante crucial, Amerguin pidió que le amarrasen a la proa de su navío y, desde allí, tocó su arpa y se hizo uno en su canto con los vientos pavorosos y las olas rugidoras que barrían la cubierta, se hizo uno con la tempestad y la lluvia y con las montañas litorales que se desdibujaban entre la niebla, y con los bosques y lagos y pantanos, y con la hierba esmeralda de la Isla Sagrada y con sus tres diosas, especialmente con aquella tan hermosa que se había aparecido en los sueños y visiones de Aíto y de sí mismo, aquella diosa de triple faz que los nativos llamaban Eirín.

“…Porque yo soy el viento sobre el mar
y las agitadas olas del océano
y los peces que nadan tranquilos bajo ellas,
y el halcón marino que se lanza del peñasco
a pescar en la calma de la bahía, yo soy.

Yo soy el venado en la montaña,
y el toro que pace en la planicie,
y la hierba verde que ambos pacen.
El perro que caza yo soy, yo soy
el jabalí salvaje que se defiende.
El semental en celo, yo soy,
y la yegua que espera su preñez.

Yo soy el sol que rompe nubes
Y la gota de rocío que se evapora.
¿Quién ilumina la piedra
en lo alto de la cumbre
Si no soy yo?
¿Quién sabe del lugar
donde el sol se acuesta
y se levanta sino soy yo?
¿Quién conoce las edades de la Luna
Y las eras y las razas de la Tierra
Si yo no soy?

Soy el que estuve aquí antes,
soy el que está ahora mismo
y el que volverá a estar
mañana y siempre, yo soy.

Porque yo soy esta tierra
y el alma de todos los pueblos
que la habitaron, que la habitan
y que la habitarán, en tanto
que las almas animen
las formas vivas del planeta.

 Soy un grano en crecimiento,
y el árbol que da frutos,
y el fruto que guarda la semilla.
La vida eterna yo soy,
y nada me puede matar
porque jamás he nacido.
Yo soy desde siempre.

Yo soy el lago en la planicie
y el salmón de la sabiduría
y la dama del lago, de triple faz,
que calma el viento y las olas.
Yo soy la espada de mi dama
soy su arpa, su magia y su voz.

He estado muerto,
he estado vivo,
mil veces vi la luz
sobre esta tierra
y sobre muchas otras
y todas son mi tierra
porque yo soy la tierra.
Soy inmortal y eterno,
la nada y el todo yo soy.
Soy todas las paradojas.

Soy el compositor de canciones,
y mi canción es creadora
y ahora mismo crea la calma
en medio de la tempestad,
igual que crea la feliz victoria
en medio de la más dura batalla,
para que lo que haya de ser, sea,
Y se cumpla la Voluntad Del Que Es.

Porque cuanto esta isla es, yo lo soy.
soy el hijo de Banda, Fodla y Eirín,
de Gal, de Dana y de todas las diosas.
Yo soy los Tuatha Dé Danann
y los pueblos que aquí fueron antes,
soy los Brigantes y los Milesianos
y los pueblos que aquí serán por siempre,
para que lo que haya de ser, sea,
y se cumpla la Voluntad Del Que Es.

Yo soy la fuerza de la palabra
que crea el pensamiento tenaz
y la lanza certera de su acción.
Yo soy el fuego creador del verbo
que destruye lo viejo y obsoleto,
para construir las nuevas formas
que la Vida soñó, y ya está creando.

Yo soy el maestro creador
que entra en sincronía
con los dioses y la tierra
y todos los hilos cose
y los compacta en un nudo.

¿Quién es el que conoce
el secreto del dolmen
si no soy yo?
¿Quién es la fuerza del viento
y quien agita las olas
si no soy yo?
Porque yo soy la vida y la muerte
y todas sus transformaciones.

Yo soy el tocón del árbol cortado,
y el hacha en la mano que lo cortó.
Yo soy la madera de las naves
y las velas que las traen hasta la playa,
para que lo que haya de ser, sea,
y se cumpla la Voluntad Del Que Es.”



Entonces, de golpe, la tempestad cesó, y las treinta y cuatro naves fueron llevadas al tiempo y suavemente sobre las ondas hasta la arena de la playa. El enemigo no aceptó el prodigio como prodigio y trataron de resistir al desembarco, pero fueron arrolladoramente vencidos por el entusiasmo incontenible de los seguidores de Amerguin-Glúingal y enseguida tuvieron que dispersarse.

Durante corto tiempo, los Gal empeñaron todas sus fuerzas y su tenacidad en sitiar sus fortalezas, una por una, hasta que cayó la última en la batalla de Tailtiu y se hicieron dueños de la isla.

Los Tuatha Dé Danann supervivientes desaparecieron. Se decía que la Isla estaba llena de Portales Interdimensionales y que por uno de ellos, abierto por sus magos, se habían fugado, yendo a habitar los mundos intraterrenos.

Se dijo, también, que, cuando la mayoría de las naves brigantes retornaron al país de los Gal, los nuevos pobladores adoptaron el nombre general de Milesianos, así como el arpa de Amerguín como emblema, y que dieron el nombre de Eirín o Eire a la Isla de su destino escogido.”


Acabó así el joven galo su narración, y todos se fueron a dormir, aunque poco pudo hacerlo Orfeo, compungido porque las vidas de Aito, Turos, Bodo y Vigo hubiesen sido tan prematuramente cortadas, cuando apenas estaban comenzando a realizar su sueño.



 83- EL LABERINTO PERSONALIZADO



-Ahora que ya tienes reciclado y bien clarificado lo que has aprendido en tu caminada de la vida, debes personalizar al máximo tu propio sendero, para que te conduzca a donde más deseas –había explicado Donnon-. Digamos, por ejemplo, que este sendero contempla un tiempo de vida, activado por tu voluntad, de setenta años, sin importar para nada si vas a vivir más o menos años, con dos volutas de treinta y cinco años cada una, a cinco ciclos de siete años por voluta…

…Hay una parte de tu vida que conoces y otra que no, porque aún no la has vivido. Te convido a que representes linealmente los senderos de tu pasado, dejándolos en la altura en que están, si fuesen menos intensos, o elevándolos un poco, colocando más o menos piedras y piedrecillas sobre ellos, según la importancia evolutiva de los momentos de mayor intensidad que recuerdes.

… No hagas todavía modificaciones más allá de la Estación Noventa, la Percepción Intuitiva, que desde este momento será tu principal guía.

Fíjate que terminó tu camino ya caminado justo antes de la Estación Ochenta y Nueve (la “Síntesis” de tu experiencia personal de vida, que ahora mismo estás haciendo), y que en este momento comienza la Séptima Etapa: El Fin Del Mundo, en la que se deja atrás definitivamente lo viejo.-

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Orfeo, entonces, distribuyó sus años ya vividos y por vivir alternando diez ciclos de siete años, de cero a setenta, a lo largo del sendero laberinto: 0, 7, 14, 21, 28, 35, 42, 49, 65, 63, 70, marcando con una estaca cada fin de ciclo.

Situó en ellos los momentos de mayor intensidad transformadora y los marcó con piedras planas que elevaban a distintas alturas el sendero, recordando muy bien como Hércules había hecho lo mismo en la lejana Creta.

Después siguieron innumerables subidas y bajadas a la playa, para cargar capachos con más cantos rodados blancos, a fin de dar buen acabamiento a la trilla de las subidas y bajadas de su vida, lo cual fue un ejercicio bien conscienciador.

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-Muy bien –dijo el nerio, cuando fue llamado una tarde, para contemplarlas-. Veo que ha sido una vida bien intensa, por lo que te felicito. Pero sigamos el trabajo. Lo que viene a continuación es reconocer los errores, sanar las heridas, perdonar lo que no fue perdonado, resolver cuanto quedó pendiente.

… Continúa sin hacer, todavía, modificaciones, más allá de la Estación Noventa, la Percepción Intuitiva, estación en la que te sentarás siempre a meditar cada vez que necesites sentarte, mirando hacia atrás en tu camino por ahora.

   90- PERCEPCIÓN INTUITIVA:
Vacío de ansiedades, deseos y fantasías egoicas, me convierto en limpio canal de resonancia de los grandes arquetipos que dirigen la evolución de todo desde la matriz de mi Ser.

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     -…Puedes comenzar a limpiar y sanear tu alma por la base, por tu personalidad tribal, por las primeras informaciones con que te llenaron la mente hasta los 7 años –le había instruido el guardián del Laberinto-. Tienes que sacar de ahí todo lo que ya no te sirve más en tu edad presente, especialmente aquello que estorba tu realización evolutiva.

     Piensa bien, mientras remueves, aireas y ablandas con la azada la tierra de los macizos de cultivo situados a ambos lados del sendero de tu laberinto personal, en todas las creencias, ideologías. supersticiones, resentimientos, complejos de superioridad o inferioridad nacional, chauvinismos o vergüenzas colectivas, injusticias mantenidas por soberbia, sentimientos exclusivistas y excluyentes de clase religión o partido, deudas, códigos de honor ya obsoletos, compromisos y asuntos no resueltos, no aclarados, oscuros, ambiguos…que has heredado de tu familia, de tu tribu y de tu nación y que, realmente ya no tienen crédito, utilidad ni valor para ti.

     Remover y airear los macizos equivale a remover y airear tu mente, deshaciendo sus capas más compactas y rígidas.

     En el macizo de cada estación en la que te parezca que se pueden encajar, coloca por cada uno de esos conceptos e influencias negativas que has sacado a la superficie y que ya no quieres seguir cargando encima, una palada de abono hecho con turba, hojas en descomposición, estiércol y un poco de material calcáreo y ceniza de la hoguera, removiendo todo con la tierra suelta de la superficie y cubriéndolo con paja, para conservar los nutrientes y retener la humedad.

     De esta manera sacarás esos pesos muertos de tu alma, al mismo tiempo comprendiendo, perdonando, limpiando, sanando, compensando, renovando y, sobre todo, transmutando.

     Porque, después de utilizar toda esa vibración putrefacta del pasado como abono, plantarás encima hierbas medicinales y aromáticas y verduras bien nutritivas que te mantendrán fuerte para poder ocuparte de tu empresa presente.

     Recorre sin prisa el sendero mientras lo trabajas y repasa todo cuanto esos conceptos sacados a la superficie tienen que ver con los perpetuos esenciales, con las caras del ego, con el camino común o con el iniciático en cada una de las etapas correspondientes a las 89 primeras estaciones… a cada peso que sientas en tu ánimo, coloca más abono en el macizo de esa estación, o una piedra entre su borde y el sendero, exorcizando en ella esa culpa, vergüenza o pena, sacando esa pesadez de tu alma.

     Al mismo tiempo, ve embelleciendo, con tu más libre creatividad, a tu manera (con plantas vivas de flores, piedras bellas, raíces, esculturas naturales, agua, lo que se te ocurra o te encuentres), aquellas estaciones del camino que tienen que ver con las muchas fuerzas, virtudes y poderes personales que heredaste de tu familia, de tu tribu, de tu nación, y agradece, agradece, agradece a tus benefactores y honra esas energías maravillosas que te transmitieron, proyectándolas mentalmente desde la egrégora o condensador y acumulador energético que estás construyendo… sobre tus descendientes, tu familia, tu tribu, tu nación y sobre todos los seres de todos los reinos que las estén necesitando, teniendo fe total en que el Universo hará que tu ofrenda les llegue, ya que Él quiere y puede.

     Lo cual ya le está dando un valor añadido a tu trabajo, Orfeo: no sólo estás transmutando la materia muerte de tu mente en vibración viva, sino que también estás conectado con la Fuente y haciendo de canal transmisor de los dones de la Vida para tus hermanos de todos los reinos.”


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     -…Puedes seguir por lo que logres recordar de tu infancia hasta los 14 años, Orfeo –continuó instruyendo Donnon otra tarde-. Recorre el sendero tranquilamente, concentrándote en cada una de las 89 primeras estaciones, y observando lo que cada una de ellas es capaz de extraer de las capas profundas de tu mente, donde a veces esos recuerdos, por traumáticos, están encerrados con siete llaves, según afecten a uno u otro de tus siete principales centros energéticos.

     Los nombres de las estaciones, sin embargo, son claves analógicas multidimensionales con suficiente magnetismo mental como para atraer y desvelar intuitivamente los conceptos ocultos que tienen que ver con ellas.

     La etapa infantil es un momento de enorme dependencia y de muy vulnerable sensibilidad hacia la forma en que somos tratados o tratamos a nuestras relaciones próximas. No dejes de sacar a la superficie ni la más leve herida ni el más escondido resentimiento, rencor o remordimiento. Vamos a librar definitivamente a nuestra estructura anímica básica de todas esas debilidades, transmutándolas en nuestros mejores poderes actuales.

     Claro que, para eso, hay que querer sanarse, quererlo de verdad, para lo cual no tenemos más remedio que renunciar para siempre a seguir ejerciendo la farsa de víctima y echándole la culpa a nuestros progenitores, hermanos, maestros, amiguitos y primeros amores… o a la mala suerte… de nuestra actual baja estima, pesimismo, cobardía, rebeldía vana, crítica inmovilista, falta de autodominio compromiso y objetivos, flaca voluntad, dispersión, indecisión y pereza… todas ellas seguras claves de nuestras depresiones y del uso negativo, paralizante y contraproducente de nuestros poderes mentales y de nuestro corto y precioso tiempo de vida.


     Siendo así, antes de todo, debemos hacer un ritual necesario en la Estación 9, ”La Sombra de la Luz”:

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     -Recorre durante unos días las estaciones del laberinto hasta la 88, recordando cada una de las heridas y traumas de tu infancia hasta los 14 años que aún te duelen, más cualquier resentimiento, rencor, remordimiento o asunto no resuelto de aquella etapa en la que eras débil, ignorante y sin autonomía alguna. Exorcízalos arrojando paladas de tierra abonada en el macizo de la estación correspondiente, o depositando piedras en su borde.

 Después, dedica una jornada a sólo meditar sobre tu real o irreal deseo de curarte definitivamente, en la Estación 9. Si decides curarte continúa, la próxima jornada, con lo siguiente:

      9- LA SOMBRA DE LA LUZ: Temor Paralizante.

     -Busca una piedra plana y alta que pueda servir como lápida y plántala vertical en el macizo de la Estación 9, ”La Sombra de la Luz”. Haz un buen agujero ante ella y rellénalo con la mejor tierra y el mejor abono que encuentres, sintiendo que entierras para siempre todos tus traumas de infancia, junto con tu farsa de víctima, después de haberte perdonado y perdonar sinceramente tu debilidad, tu miedo, tu rabia, tu inconsciencia y la de tus progenitores, hermanos, maestros, amiguitos y primeros amores. Deja que pase una semana.

     -Regresa al lugar y planta sobre la tierra abonada y curtida la más bella planta de flor trepadora que encuentres, para que se vaya enroscando sobre la lápida de piedra. Luego, en pie, pronuncia el siguiente compromiso ante ti mismo:


     -“En el día de hoy me prometo a mí mismo mantener sanos, fuertes, limpios e independientes mi cuerpo, mi emocionalidad, mi mente y mi alma.
     Para lo cual doy por perdonados, cancelados y enterrados todos los traumas, asuntos pendientes, bloqueos y limitaciones de mi personalidad, que hasta hoy achacaba a las culpas de otras personas que por entonces me parecía que tenían poder sobre mí.
     A partir de hoy me hago único dueño y responsable de mi propia sanidad, fuerza, limpieza y destino y no permitiré que nadie me desvíe del cumplimiento de los fines de mi más elevada Voluntad Evolutiva. En nombre de la Vida, así es y así será siempre.”-

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     Terminado ese ritual, siéntete liberado y sólo dedícate alegremente a seguir embelleciendo aquellas estaciones del camino que tienen que ver con las fuerzas, virtudes, placeres, buenos ejemplos, conocimientos y poderes personales que recibiste de la relación amorosa con tu familia, tus maestros, tus primeros amigos y amores y todos tus benefactores.

     Planta flores o levanta monumentos por cada uno de ellos y agradece, agradece, agradece y honra todas esas energías maravillosas que te hicieron vibrar en intensidad positiva y que aún lo consiguen, proyectándolas mentalmente desde el acumulador, condensador y multiplicador energético que estás construyendo, sobre todos los seres de todos los reinos que lo necesiten, en nombre de la Vida.”



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     -“Continúa avanzando en el sendero –dijo el instructor otro día-, haz lo mismo en cada período de siete años, tu adolescencia, de los 14 hasta los 21, tu primera juventud hasta los 28 y así sucesivamente, hasta la actualidad.

     -La adolescencia supone uno de los períodos de mayor crisis de la vida. Morimos con angustia a la infancia y luchamos por renacer como individuos diferenciados de nuestros padres, por construir un ego o personalidad fuerte y única y proyectarla de forma original y creativa, por conseguir autoafirmación e independencia, por descubrir lo externo y la sexualidad y proyectarla, por atraer, ser aceptado, hacer nuestras primeras pequeñas conquistas o alianzas, competir o colaborar con los iguales, controlar y dominar a los menos fuertes y resistir todo lo posible el control y el dominio de lo que nos parece más fuerte que nosotros.

      Es una etapa lírica y épica, de enorme lucha, que entrena y fortalece a la mayoría y derrota, asusta y traumatiza a otros durante mucho tiempo, pero las derrotas y traumas no nos impactan de una manera tan inerme, inconsciente y pasiva como durante la infancia, porque ya tenemos mayor autoconsciencia, capacidad de elegir, de adquirir los conocimientos necesarios, de desarrollo de estrategias y de recursos de expansión o defensa.

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     -Continúa sin hacer, todavía -aconsejó el nerio-, modificaciones más allá de la Estación 89, “Síntesis”, estación en la que te sentarás siempre a meditar cada vez que necesites sentarte, mirando hacia atrás en tu camino, para que todo lo oculto aflore.

     -Recorre el laberinto, colectando cuantos recuerdos de esa edad hagan surgir por analogía los perpetuos esenciales, las caras del ego, el camino común o el iniciático, en cada una de las 89 primeras estaciones … a cada peso que sientas en tu ánimo, coloca abono o una piedra en la estación correspondiente, desprendiendo con tranquilidad esa pesadez de tu alma para siempre.

      Piensa bien ahora en lo que es creatividad y sincera expresión de ti mismo para ti; diferencia lo que es afirmar tu pequeño ego y tu Yo Integral, valora cuánto cuesta en esfuerzos, conflictos y sufrimientos el tiempo que se pueden sostener una afirmación o la otra.

     Mientras recorres y cultivas tu laberinto personal, piensa en el tipo de energía y la calidad de mensaje que han proyectado, a tu manera, todas tus expresiones creativas en general, piensa en la influencia negativa ejercida por las creencias, ideologías, supersticiones, falsedades, vanidades, prejuicios, intolerancias, resentimientos, que has proyectado en tus obras hacia ti mismo y los demás..

     -Coloca tierra abonada o una piedra por cada vez que has producido una influencia negativa en otros. Más grande la palada de abono o la piedra cuanto más se contradiga con tu propio código de valores, cuanto menos digna de tu autenticidad.

     -Diferencia bien lo que es el amor y la sexualidad del ego y los del alma y el yo, diferencia lo que es compartir libre y generosamente afecto entre iguales o vampirizar la energía del otro, utilizándolo con apego, sentido de posesión, dominio, control y celos; diferencia entre fidelidad convencional obligatoria y la verdadera lealtad de la amistad firme y espontánea.

     -Coloca una piedra encima de otra en el borde del macizo de cada estación correspondiente, sacando de tu alma todas las mentiras, insinceridades, traiciones a ti mismo y a los demás y negatividades que has proyectado, comprendiendo, perdonando, perdonándote, limpiando, sanando, compensando, renovando. Coloca las piedras en pirámides si son demasiadas. Planta hierbas medicinales, aromáticas y verduras bien nutritivas para transmutar.

     Coloca una gran piedra por cada actitud tuya que te impide aceptar y respetar a otra persona tal cual ella es y se comporta, y no como tú piensas que debería ser o comportarse.

     Coloca una piedra por cada vez que no has podido soportar el ritmo de otra persona, en lugar de acoplar el tuyo a una danza armónica con ella.

     -Al mismo tiempo, compensa todo eso embelleciendo, con tu mayor creatividad, a tu manera más original, aquellas estaciones del camino que tienen que ver con tus más gratas y contructivas obras creativas, con tus mejores influencias sobre tu medio, con tus más hermosas relaciones y encuentros, y agradece, agradece, agradece y honra esas energías maravillosas, levantando jardines floridos y monumentos a tus amores y amigos y proyectando mentalmente tu afecto por ellos, en nombre del Amor de la Vida, sobre todas sus criaturas de todos los reinos que lo están necesitando.”-


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     -Entre los 21 y 28 años es la primera juventud –recordó el guardián del Laberinto del Fin del Mundo-. El poder personal aprendido y ensayado en el período adolescente alza vuelo ahora y el joven se lanza, lleno de alegría y confianza, a la aventura de comerse el mundo.

     Pregúntate como es tu “poder de voluntad”, para ello examina bien antes que significa “tu voluntad” y cuál ha sido y continúa siendo tu voluntad mayor en esta vida.

      Recuerda todas las veces en que tus voluntades secundarias, las de las conveniencias de tu ego, o incluso tus voluntades más mezquinas o tu pereza, indecisión, falta de confianza o miedo, te apartaron de la concentración en la realización de tu voluntad mayor, llamémosla Voluntad con mayúscula.

      Coloca una palada de abono o una piedra bien grande por cada vez que sentiste bien claro el llamado de tu Voluntad Evolutiva y tu voluntad egoica prefirió no cambiar su rumbo y seguirlo… o seguirlo sólo de forma insuficiente y mediocre, no importando cualquier justificación que alegues.

      Coloca una piedra por cada vez que has dejado que la voluntad de otros te apartase del cumplimiento de tu Voluntad. Pregúntate por qué debilidades de tu Voluntad fuiste tan fácilmente fascinado, engañado, desviado o manipulado.

     Coloca una piedra por cada vez que recuerdes que tu voluntad prepotente fascinó a propósito, engaño o manipuló la Voluntad Evolutiva de otro, para aprovecharte de su energía.

    Planta una planta de flores espléndida por cada vez que seguiste y realizaste dignamente el llamado de tu Voluntad Evolutiva, fuera cual fuese el resultado. Alza al lado un monumento escultórico si esa realización dio, además, en una bella obra digna de tu alma y de la de quienes pudieron disfrutarla.



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      Piensa bien, mientras recorres y cultivas tu laberinto personal, en qué es lo que no te gusta de ti mismo, empezando por lo peor.
      Examina luego aquello que menos te gusta de los demás: de tu familia, de tu tribu y de tu nación. Piensa después en el carácter de tu sentido crítico, examina si has sido y eres intolerante, exigente, culpabilizador, duro o cruel en tus críticas o juicios, y hasta qué punto has sido capaz de cambiar esas actitudes negativas en relación a los demás y a ti mismo.

      Piensa después hasta qué punto necesitas de la aprobación de los demás y en todas las traiciones a ti mismo y a tu código personal, aquellas que has perpetrado por complacer a otros y por fingir ser lo que no eres.

     Piensa en todo lo que has hecho por intentar tener la razón y como has escuchado a otros que intentaban tenerla. Piensa si te resulta fácil o difícil corregir tu postura cuando te hacen percibir o percibes que estabas equivocado y en las resistencias que has tenido o tienes para dar la razón a otros, compensar, pedir perdón, perdonar y reconciliarte.

     Examina cuanto tiempo duran tus rencores y resentimientos hasta que decides calmarte y armonizar. Piensa en los resentimientos que guardas en tu interior años y años, prontos a saltar para afuera en cuanto te brindan la oportunidad.

      Mira hasta que punto has sido una persona en cuya palabra, responsabilidad y constancia se pueda confiar.

       Piensa en las veces en que has fingido estar amando a otra persona sin amarla, por no estar solo, o pensando en otra u otras.

     Piensa hasta que punto eres capaz de cuidar de ti mismo y en todas las indignidades que has hecho para conseguir apoyo de los demás, o en aquellas otras que obligaste a otros a hacer, para que pudiesen conseguir el tuyo.

    Piensa en todo eso y sigue convirtiendo en abono y piedras lo que te pesa y en flores y esculturas todas aquellas ocasiones en que hiciste un uso de tu poder personal digno de tu alma.-



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     -Desde los 28 a los 35 años se vive el segundo período de la juventud, bien es verdad que con muchas correcciones sobre el ritmo y el rumbo del período anterior, después de que las ilusiones se confrontaron con la dura realidad social– dijo aquella otra tarde Donnon con una sonrisa melancólica.-

      -Es un período de encajarse en ella, en la realidad social tal como es, es tiempo de encontrar con sensatez el propio lugar y utilidad en el mundo, de asumir importantes decisiones, tareas, compromisos, misiones, que obligan a drásticos cambios de actitud ante la vida.
     Para muchos, supone el momento mejor para crear una familia o una empresa con los pies bien puestos sobre la tierra.

     -Coloca una paletada de tierra abonada o una piedra por cada vez que recuerdes que huiste de enfrentar un cambio, un nuevo camino, una tarea, un encuentro transcendental o una misión en tu vida cuya conveniencia y necesidad tu Voluntad ya había aprobado.

     Pregúntate qué temores tuyos sabotean tu poder de Real-ización, es decir, tu Voluntad de izarte o alzarte a tu Realidad. Coloca una piedra por cada uno que descubras.

     Coloca una piedra por cada actitud repetitiva tuya que te lleva a chocar, criticar, menospreciar, juzgar, condenar, impacientarte o sentir rechazo hacia otra persona.

     Pregúntate que debilidades tuyas te irritan tanto cuando te ves reflejado en el espejo de los otros. Coloca una piedra por cada creencia, prejuicio, juicio o desconfianza tuya que repetidamente te lleva a ver negatividad en lo que hacen o dejan de hacer los demás.

     Coloca una piedra por cada vez que huiste, te enojaste, te ofendiste, te esquivaste o te cerraste cuando no quisiste escuchar una verdad que exigía reconocimiento y propósito de cambio, dicha por una persona que te apreciaba.


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     -En este período que llega hasta los 35 años ya debería haberse desarrollado una emocionalidad más madura y menos egoísta, adecuada para estar criando familia o dedicándose a una vocación de servicio.

     Piensa bien, mientras recorres y cultivas tu laberinto personal, en cómo ha sido para ti esa edad y como es hoy tu salud y equilibrio emocional. Qué es lo que todavía necesita ser calmado o curado en tu emocionalidad.

     Recuerda las veces en que te has dejado alterar y hasta derribar emocionalmente, o aquellas otras en las que tú mismo has lanzado una tormenta emocional sobre otros.

     Piensa a qué tienes más miedo, qué es lo que te produce mayor temor y preocupación, y como desestabilizas a los demás y a ti mismo cuando proyectas eso.

     Examina lo que es para ti la desconfianza y la confianza, en relación a demás, a ti mismo y a la vida.-


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     -Llegar a los 35 años, para la mayoría de los seres humanos, significa llegar a la mitad del tiempo de su encarnación, aunque los ilusos suelen pensar que eso se dará a los cincuenta –dijo aquella noche el instructor del Laberinto junto al fuego, con maliciosa sonrisa galaica-. 35 años es la mitad del ciclo de 70 años, en los que, en nuestra época, un hombre ya es un anciano muy anciano, en realidad, un raro superviviente, aunque dicen los doctos que la longevidad media irá alargándose en el futuro.

     La mayoría de las mujeres ya han sido madres, una o varias veces. Para ellas, tener hijos después de los 35 significa asumir un gran riesgo.-

      -Podemos hacer una celebración especial al llegar a la mitad de la vida y a la primera edad en la que uno se puede reconocer como adulto, lo que significa plenamente responsable de sí y hasta de otros que dependen o pueden depender de él:

     En el centro del Laberinto levanta una pirámide de grandes piedras con aquellos de tus mayores defectos que te hacen sentir deprimido, inmaduro e infeliz y, sobre ella, alza un monumento escultórico y floral, a aquellas de tus virtudes que te hacen sentir más pleno, adulto y feliz.-

      -Cuando me avises que ya está todo hecho, Orfeo, esa misma noche encenderemos una hoguera bajo las estrellas… si se viese que va a hacer buen tiempo. De no ser así, esperaremos. Ve preparando una buena velada musical para entonces, por favor.-

      -Tómate tiempo para este ejercicio y no dejes nada importante sin marcar y sin sanar, amigo mío, aunque tengas que recorrer todo el laberinto mil veces. Más vale concentrarte en eso ahora, a plena voluntad y consciencia, que tener que regresar a hacerlo, desde la inconsciencia de la infancia, durante muchas reencarnaciones.-


---------------------------------------------------------- Orfeo acabó de realizar el estudio y el monumento que Donnon había pedido y aquella misma noche, que resultó ser calma y despejada, celebraron su fiesta bajo las estrellas. Para la velada, el bardo presenteó a su instructor con un concierto de lira y flauta, tema principal de aquella “Canción Occidental”, compuesta en base a la estructura septenaria básica descubierta en el laberinto de Creta, junto a Hércules, la noche anterior al inicio de su largo viaje al Fin del Mundo, hacía ya mucho, mucho tiempo. Aquella compleja composición musical ya había evolucionado mucho a lo largo de su viaje y estaba magistralmente conseguido aquel enlace que reunía en su primera parte la energía suficiente para dar un salto cuántico hacia una octava superior en la segunda, tal como el salto que Hércules quería dar hacia la inmortalidad, concepto que el artista estaba comprendiendo muy bien ahora mismo. Cuando salió la luna detrás del Monte Pindo, Orfeo se unió interiormente con su amor y musa y empezó a colocar en nuevos acordes los sentimientos y los aprendizajes de su propia búsqueda actual, aunque continuó usando como eslabón básico de la melodía el sonoro nombre de Eurídice (de ocho letras con un intenso acento ascendente en el medio), hasta que todo el mar se puso luminoso alrededor de la vela triangular de la nave de Hermes, la que conduce las almas al Más Allá, donde su amada le esperaba.

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     -De los 43 a los 49 años ya se debería estar viviendo el segundo período y el más pleno y responsable de la edad adulta. La mayoría de los hombres y mujeres tienen como nuevos profesores a sus hijos en ese ciclo. Los hijos obligan a replantearse todos los conceptos. Ellos son implacables para denunciar lo obsoleto y para rebelarse contra lo que ven que no funciona.-

Donnon acababa de recorrer el corto trecho que separaba el comienzo de la segunda voluta del Laberinto de la Estación 90, a partir de la cual, el sendero y los macizos continuaban intocados y medio tomados por las hierbas silvestres.

    - …Continúa sin hacer, todavía, modificaciones más allá de la Estación 88, Síntesis, pero es claro que esa síntesis de toda tu caminada anterior, más de media vida, ya debe estar bien clara y definida antes de llegar al final de este ciclo, en el que tu juventud oficial acaba… como ya está acabando la tuya, buen amigo, aunque te deseo que la juventud de espíritu te dure hasta la muerte, junto con alegría para cantar y tu talento de compositor.-


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Tiempo después, luciendo una bella tarde en el Cabo de la Nave de Hermes, Donnon apreciaba junto mí, haciendo simpáticos comentarios con su mejor humor galaico, las pirámides de piedras y las esculturas que habían crecido junto a los coloridos macizos de mi laberinto.

     -“Tu caminada hasta el momento presente ya se ve muy saneada, amigo mío –dijo-. Las estaciones de tu laberinto que corresponden a tus ciclos de edad se ven limpias, bellas, radiantes en su conjunto, sintetizadas en su estilo. Tu huerto-jardín también se ve muy bien, y se ve que tu estudio ha sido profundo y ha dado muchos frutos, flores y monumentos.

     Espero que tengas claro ahora lo que ha sido importante en tu vida y aquello otro que sólo ha servido para distraerte de lo esencial, incluso para sabotear tu realización, tu real-hacerte o re-asumir lo que en verdad eres.

     A los 49 años se acaba la juventud oficial (no la de espíritu, por favor), y se inaugura el primer período de la edad madura. Madurecer significa dar frutos, tú ya sabes. Lo primero que le interesa a la Vida es la propia continuidad de su manifestación como especie, que es la base física para lo segundo, la continuidad del trabajo evolutivo de la Mónada manifestada en esta dimensión por medio de un alma encarnada.

     Al entrar en esa edad, un ser mínimamente evolucionado, sobre todo si es mujer, generalmente ya ha hecho aportaciones considerables para mejorar la especie humana y el mundo que heredó de sus padres aunque sólo se dedicase a criar sus hijos con verdadero amor. Si lo hizo, ya su vida valió la pena y su propia naturaleza y psicología le va facilitando centrarse en caminadas evolutivas de carácter más introspectivo y sutil…

     Los hombres, más volcados hacia afuera y al construir, lo tenemos más complicado, podemos ser excelentes y amorosos padres, pero nuestra naturaleza y psicología no se satisface sólo con algo tan importante como contribuir a desarrollar mejores seres humanos para el planeta… la mayoría de los hombres evolucionados, y muchas mujeres de talento, necesitan algo más, antes de centrarse en caminadas evolutivas de carácter más introspectivo y sutil… algún tipo de servicio a la vida en forma de una empresa o una obra vocacional… depende de su carácter y trayectoria.

      El asunto es que en esos 20 años, entre los 50 y los 70, si los vivieses, aún podrían estar para llegar tus realizaciones más importantes, eso que se llama la obra madura de un creador o creadora, y puede ser y debería ser perfectamente paralela y compatible con tu desarrollo evolutivo sutil.

     -Aunque tú aún no la hayas vivido, Orfeo, sabes que desde los sesenta hasta la muerte ya es la última etapa en la vida humana. Incluso los más ilusos y dormidos se dan cuenta de que se acerca el final y suelen reflexionar sobre las cosas buenas y las malas que han hecho en esta vida, los sueños, objetivos y vocaciones incumplidos, los proyectos que ya no podrán hacer...
     Las personas que llegarán a esta etapa de forma más sosegada y tranquila son aquellas que se comportaron de forma altruista, comprometiéndose con los otros, autorrealizándose, disfrutando de su familia, amigos...Ellos suelen estar más preparados para despedirse de este mundo
     También están aquellos que no han superado con éxito las etapas anteriores, y que enfrentan el final con cierta angustia porque se dan cuenta de todo aquello que no han podido o querido hacer. Entre éstos hay personas que se dan cuenta de lo poco que han ayudado o han hecho algo por los demás, que sólo han pensado en ellos mismos, por lo que intentarán autorrealizarse en el último período, para enfrentar a la muerte de forma más positiva.


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   89- SÍNTESIS:
Cuando cooperan mi voluntad interior y mi intuición inspiradora, tomo real posesión de mis potencialidades de realización.

      -… Llegamos al momento en que, como resumen de lo aprendido a lo largo de toda tu caminada anterior –sugirió Donnon-, te recomiendo ahora que escribas sobre una piedra, en la estación 89, una breve frase síntesis de la misión y tarea esencial que represente lo más importante que crees que has venido a hacer a esta vida, para recordar bien que debes dedicarte fundamentalmente a ello, procurando no dispersarte, hasta los setenta años, si los llegas a vivir.

     Tómate tiempo para meditar lo que vas a escribir y consúltalo antes con tu muerte, con tu amor y con tu alma.-


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Cuando el trabajo anterior fue concluido, después de leer la frase que expresaba la síntesis de lo más importante de lo vivido por Orfeo, el instructor le dijo:

     -…Ahora habrás de ocuparte, si quieres seguir, de los ciclos de tu vida que todavía no has vivido, a partir de la etapa del camino que se corresponde con el inicio del ciclo de siete años en el que se inserta tu edad presente, hasta un final hipotético, a los setenta años, en la estación 109… Aunque llegases a vivir más, considéralo un presente de los dioses para dejar, atrás de ti, algo de tu mejor experiencia que pueda orientar la caminada de quienes vienen atrás.

     ...Como se trata de períodos de tu vida posible que aún no conoces, tendrás que representarlos en lo que queda del sendero tal como te gustaría vivirlos, lo cual es una manera de trazar tu propio destino y de comprometerte con él.

     Pero, antes de ponerte a trabajar sobre las siguientes estaciones del Laberinto que aún no fueron tocadas, se impone un tiempo de reflexión.


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   92- RECICLAJE:
Acabar de digerir lo últimamente asimilado, liberarme una vez más de lo que no es mío y ordenar y aprontar calmamente mis poderes personales

     Éste es el ejercicio que sigue: luego de consultar con tu muerte, con tu amor y con tu alma, puedes escribir sobre una piedra, en la estación 92, “Reciclaje”, una sola palabra clave –dijo el nerio-, una palabra simple, que te recuerde cómo quieres vivir después de los 70 años… y después de cumplida tu misión y tarea esencial, si llegases al triunfo de vivir ese cumplimiento.-


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…Hacía tiempo que Orfeo ya había escogido y pintado en la Estación Reciclaje la palabra clave para su objetivo fundamental en cuanto a lo que le faltaba por vivir.

No le cabía duda de lo útil que le había resultado todo aquel ejercicio de reflexión. Su claridad y certeza actuales le mantenían en un alto grado de vibración, que era, al mismo tiempo, muy serena.

 Introdujo aquella palabra en su “Canción Occidental” y comenzó a ensayar muchas posibilidades de jugar musicalmente con ella, dentro del conjunto de la obra que hasta entonces desarrollara.


     -Creo que todo este trabajo tan profundo que has estado haciendo –le había dicho el instructor, después de leer el resultado de su meditación-, te debe llevar a un firme compromiso, ante ti mismo y ante la Vida, Orfeo… el compromiso de ponerte a intentar vivir, de ahora en adelante y en tus próximos ciclos, el exacto programa que tú mismo, en plena libertad, has elegido ahora, y de no desviarte de él ni dispersar tu energía en vagabundear por aquello que no es el cumplimiento de tu propio destino escogido… ¿…Está esto bien entendido, amigo mío?- se aseguró.

El tracio asintió con un gesto. Donnon no lo aceptó y pidió, por favor, que expresase lo que había entendido con sus palabras.

-“Me comprometo, ante mí mismo y ante la Vida, a intentar vivir, de ahora en adelante y en mis próximos ciclos –afirmó Orfeo seriamente-, el exacto programa que he elegido ahora y que voy a reflejar en lo que queda de este sendero, así como a no desviarme del cumplimiento de mi objetivo, cueste lo que cueste, hasta mi muerte.”-

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El guardián del Laberinto recogió la promesa con un movimiento aprobador de su cabeza y siguió hablando:

-…Y también imaginarás y moldearás sobre la parte final de tu sendero la clase de muerte renovadora que deseas para tus envolturas materiales: si súbita, en cualquier momento indeterminado después de los setenta años y de haber rematado tus objetivos vitales, o si una suave y lenta disolución... O si una aceptación total de cualquier cosa que pueda suceder, antes o después de los setenta, hayas cumplido o no tus anhelos personales.


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     -A los 63 años – dijo Donnon-, se acabó el segundo período de la edad madura y se inaugura el tercero y último antes de la senectud (aunque es posible que en épocas futuras se pueda hablar de primera y segunda senectud).

     Al entrar en esa edad, un ser evolutivo ya tiene que estar perfeccionando sus realizaciones terrenales más importantes, eso que se llama la obra madura de un creador, destinada a servir a los que vienen detrás. A los 70 o antes, si es posible, cualquier obra material que se haya objetivado ya debería estar terminada, para que el trabajo evolutivo siga desarrollándose, con un cierto retiro del ritmo del mundo, en planos más sutiles que los materiales.-


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Donnon añadió que, a partir de ahora, mi salto evolutivo sería un verdadero salto a lo más alto de mí si, en lugar de seguir intentando trazar por mi cuenta mis planos personales de vida desde la ignorancia del ego, renunciaba a la soberanía de mi libre albedrío y me entregaba incondicionalmente a ayudar a cumplir el Plan Evolutivo del Creador para este ciclo de toda la Humanidad… Si yo quisiese conseguirlo, tendría, en primer lugar, que aceptar siempre que todo cuanto ocurre en nuestra vida es el resultado y la cosecha de cuanto nuestra concentrada atención sembró anteriormente para nosotros mismos. En segundo lugar (que me pareció lo más complicado), me debería proponer ir dejando totalmente a un lado el instinto, el deseo, las sensaciones, la pasión, la emoción y el intelecto, e intentar tan sólo guiarme por las intuiciones sutiles de la parte más femenina de mi alma.
     -…Por lo tanto-terminó el instructor-, parece razonable, al llegar a este período, renunciar a seguir sembrando para uno mismo y a cualquier plano y proyecto personal y entregarse al Plan Divino, rogándole a su Ideador que nos permita entender de qué manera debemos servirle.-


………………………………………………………………………………



El octavo mes, una tarde bien soleada, Orfeo llamó a Donnon para que supervisase su trabajo sobre las estaciones de la última parte del laberinto. El instructor lo recorrió todo él, desde el principio y cuidadosamente, apreciando, aquí y allá, los detalles más interesantes y bellos y haciendo comentarios aprobatorios.

Finalmente se volvió hacia él, con su gentil sonrisa en los labios:

     -Muy bueno todo, hermano Orfeo, has trabajado con verdadero interés y estás cada vez más cerca de tu objetivo final. La Vida siempre nos da lo que le pedimos, pero a Ella le gusta que, antes, hagamos nuestra parte, para que ganemos consciencia durante el acto de intentar conseguirlo.

 Ahora que ya has hecho todo esto, como el laberinto es urobórico, ya ves que acabas regresando a la estación por donde se inició tu caminada, aunque, a partir de ahí, en realidad, lo que se te abre es un laberinto nuevo, el del siguiente ciclo de manifestación del Eterno Ser que juega el eterno juego del despliegue de sus potencialidades, en evoluciones y transformaciones, sobre el Teatro del Mundo que creó.
     …Éste es el momento en que puedes recorrer de nuevo todo el laberinto haciéndote tu última pregunta y contestándotela, estación por estación.

-¿…Y cúal es esa última pregunta?– inquirió el bardo con la mayor curiosidad.

-La pregunta fundamental que sigue a toda vida bien vivida –respondió el Instructor del Laberinto-: “¿…Qué es lo que deseo para mi alma después de mi muerte?”-


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-¿Cómo se supone que juega su juego el Ser Eterno? -preguntó entonces Orfeo.

-A través de las relaciones simples o complejas entre los innúmeros personajes de todos los reinos que también creó, a quienes vitaliza con su llama y con su propia inteligencia –respondió su instructor.

-Si fuese así ¿De qué sirve que yo me ponga a imaginar los ciclos que me faltan por vivir, antes, en o después de mi muerte? –arguyó el bardo- Lo único que podré hacer será bailar al son que el Gran Jugador me marque.

-Él es (o Ella, porque estamos hablando de la Armonía, la Creatividad y la Inteligencia Cósmica) -respondió Donnon- quien va a disponer de los ciclos de tu vida individual en última instancia, es verdad, pero la Consciencia Cósmica está en todo y también en ti, es tu esencia inmutable, que es amplísima y unitaria.

…Así que tienes perfecto derecho, desde la parte de Ella, de la Vida que te anima, a sugerirle amorosamente cómo te gustaría vivirlos... siempre que eso se armonice (ahí Ella sabrá cómo) con el complejo juego de su conjunto.-

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98- LA PUERTA DE LUZ:
En el momento en que estoy preparado, la Puerta se abre ante mí. Adelante. Lo último que escribirás sobre una piedra, con la mayor brevedad y después de haberlo meditado mucho, en la Estación 98 del Laberinto, es lo siguiente: “Lo que deseo para mi alma después de mi muerte es…………………………………………………………………....” …Y permanece el resto de tu vida con la certeza total que eso, exactamente, es lo que encontrarás, por fin, el día en que la Puerta y el Túnel de Luz se abran para ti. ………………………………………………………………………



-Compañero -terminó el Guardián del Laberinto con la firmeza viril con que un guerrero se dirige a otro-, te deseo que lo te queda de esta última etapa sea un período recogido, de verdadero desprendimiento y preparación para la muerte… y te aconsejo, Orfeo, que te encomiendes a la Diosa, en su aspecto Luna, para que te pueda guiar en la oscuridad que vendrá después.

-Y a Hermes también, desde luego-, completó el tracio.

-Creo que puedes tener por seguro de que Hermes ya te ha estado guiando el tiempo todo, amigo mío- sonrió Donnon-, incluso desde bastante antes de haberte dirigido a esta casa.


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Al cumplirse nueve meses después de haber empezado a trabajar su laberinto diariamente, Donnon pasó varias horas preguntándole a Orfeo lo que había aprendido allí y, cuando estuvo satisfecho de las respuestas, le dijo que pensaba que su agua corporal ya rebosaba de conocimiento lúcido y autoconvicción, y que lo consideraba suficientemente preparado para volver a llamar a las puertas del Hades.

-Ahora deberías mejorar un poco tu aspecto externo –le sugirió-. ¿Tienes algo que se pueda trocar?

Orfeo asintió; tenía una provisión de pequeñas lascas de plata de las que le habían dado a lo largo del Camino, mientras tocaba en las plazas de los pueblos, para ganarse la comida o el alojamiento.

-Pues mañana por la mañana hay feria en el poblado nerio; podemos ir allí un rato, nos afeitaremos, nos daremos el gusto de un civilizado baño caliente y compraremos ropa y calzado para celebrar al hombre nuevo.






84- RITUAL DE ENTRADA


A la tarde siguiente, regresaron muy contentos del pueblo, vestidos ambos con sus mejores galas: el tracio estrenando túnica blanca y sandalias y Donnon con prendas semejantes, que Orfeo había insistido en que le aceptara, además de suministros y de otros regalos que compró para él.

Sobre el ara que había en lo alto del Laberinto Ancestral del Monte Pión, quemaron verduras y flores de la propia cosecha, ofrendando a la Vida el laberinto personalizado que representaba el recorrido vital de Orfeo.

Al mismo tiempo, el instructor le hizo tomar su última copa de agua de poder, agradeciendo a todas las infinitas células del Universo por la consecución de lo que deseaba y confirmando su compromiso con el cumplimiento atento de su propio destino escogido. Por último, cuando comenzaba a atardecer, bajaron a la playa.


Dos personas estaban esperando por ellos allá abajo. Orfeo se sorprendió: eran la alta sacerdotisa del Templo del Amor y el “Hombre del Roble”.

Donnon le dijo, mientras iban a su encuentro, que “Los que Saben” habían venido a prestarle su ayuda para descender al Hades, pero que las condiciones del ritual adecuado, si las aceptaba, eran las siguientes:

-Deberás permanecer sin pronunciar ni una palabra a partir de ahora. Tienes total libertad para marcharte tranquilamente cuando quieras, si lo deseas. Bastará un gesto de despedida para quedar bien. También puedes seguir hasta el final. Pero siempre en silencio.

En cuanto él llegó cerca, Thais se colocó su máscara de Luna. No estaba allí como amiga, sino representando a la Diosa.

Efectivamente, no lo saludaron como se saludan los amigos o conocidos, sino de una manera seria y ritual. El ermitaño llevaba una gran copa de barro cocido entre las manos de estilo bárbaro, muy antiguo, con dos asas en forma de serpientes enrolladas alrededor de ella, que estaba cubierta con una tapadera rematada por un sol sobre una media luna.

-Normalmente, nadie puede descender al Inframundo en un cuerpo mortal y sobrevivir –dijo con voz neutra “El Hombre del Roble”-. Pero podemos preparar a tu espíritu para que quede liberado de esa limitación. Si tú deseas que así sea, haz una inclinación de cabeza.

Orfeo miró a Donnon, que apenas esbozó una sonrisa de simpatía, sin animarle ni desanimarle. Los ojos de Thais, tras la máscara, ni pestañeaban. Entendió que esperaban de él una decisión libre, sin influencias. Inclinó la cabeza, asintiendo.

La sacerdotisa empezó a caminar hacia las rocas, el “Hombre del Roble” la siguió con su cáliz, como en procesión, Donnon, con un gesto, le convidó a continuar detrás y él cerró la fila.

Doblaron la esquina de la playa por el sendero que iba a la Uña de Piedra, deteniéndose al otro lado del lugar donde el bardo había visto a Eurídice en su sueño, frente al mar. En aquel saliente aislado nadie más podría observarles.

El ermitaño colocó la copa sobre una peña, solemnemente. Luego encendió una vela con yesca ante ella y empezó a cantar una monótona salmodia en su lengua.

La sacerdotisa se colocó tras la peña, con ambas palmas abiertas a la altura del pecho, dirigidas al cáliz. Donnon le hizo cerrar el círculo y también se concentró.

El “Hombre del Roble” se volvió hacia Orfeo y le dijo, muy despacio y claramente, como si quisiera que lo grabase en su memoria:

-“El viajero que tiene el valor de moverse a través de las distintas dimensiones de la existencia debe recordar que todas y cualquiera de ellas son puras creaciones mentales de su Ser y que sólo centrándose en su Ser Eterno, y no en su personalidad circunstancial, se centrará en lo sólido y real que origina todas las apariencias y las trasciende.” –luego se volvió y siguió con su canturreo.

Cuando el sol poniente tocó el mar, la sacerdotisa sacó una varita de madera de su túnica y, levantando la tapadera, revolvió el líquido que contenía. Luego dejó la varita sobre la roca alzó el cáliz hacia occidente y lo consagró en nombre del Amor, pidiéndole “que además de disolver cualquier vacilación o duda, coagulase la certeza del poder de la divina creatividad que reside en nuestra esencia interna, el cual está actuando en nuestra voluntad externa”. Se subió un poco la máscara y bebió, muy lentamente, un largo trago.

El ermitaño recibió la copa de ella y también bebió. Luego Donnon. Orfeo fue el último.

Probó un sorbo: era una especie de licor endulzado con miel, con algunas hierbas o frutos triturados y hervidos que lo espesaban ligeramente y lo aromatizaban; sabía fuerte y gustoso. Dio un trago largo y lento, paladeando un rato, como sus compañeros. Después se lo pasó a la sacerdotisa.

Hubo una segunda y una tercera ronda silenciosa, mientras el sol se fundía con la mar. Cuando se acabó el licor, Thais depositó de nuevo el cáliz sobre la roca y elevó sus brazos para rogar a los poderes ultradimensionales que fuesen misericordiosos y complacientes con el peticionario. Luego ella y el ermitaño se inclinaron de forma ritual, apagaron la vela, recogieron la vasija y se marcharon sin más despedidas.

-Ahora, sólo tú contigo mismo, Orfeo -terminó Donnon la ceremonia, mirándole con cariño y dándole un abrazo.

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