27-
MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL: ARRON
Al
día siguiente el monarca feacio le mandó llamar de nuevo y lo presentó y
recomendó personalmente al comandante tirseno, que estaba esperándole.
Se
llamaba Arron y era un hombre robusto, muy alto y serio, de unos cincuenta
años, con una majestad natural tan grande que Orfeo pensó que cualquier
escultor se hubiese quedado muy contento de tenerle como modelo para una
estatua del Rey del Mar, Poseidón, con aquella mirada líquida y nebulosa sobre
la aristocrática barba, en un cuerpo esbelto y musculoso de atleta.
-Yo
provengo de una estirpe de marinos errantes, los tirsenos, y mi familia paterna
y materna está formada por las dos mejores ramas de los griegos: los jonios y
los eolios, que tuvieron que emigrar a Asia Menor por causa de los aqueos, a
quienes no les gusta que les confundan con los griegos –le dijo el comandante
Arron cuando el rey Alcínoo les dejó solos, aunque bien atendidos por un
copero, en uno de los salones de su palacio-. Mis compatriotas son los hombres
libres que honran esos linajes y mi misión es ayudarles a tratar de seguir
siendo libres.
-He
conocido a bastantes aqueos de Ptía y a algunos eolios establecidos en la costa
tracia pero a muy pocos jonios, comandante -dijo Orfeo-, salvo mis compañeros
argonautas Butes, el apicultor, sacerdote de Atenea, el arquero Falero, de la
casa real de Atenas y el propio Argo, constructor de la nave. Me gustaría
conocer algo de vuestra historia.
(No
era verdad, había pasado algunos días en Atenas y conocido bien a muchos jonios
durante su iniciación en la Escuela de Misterios de Eleusis, donde le habían
enseñado los orígenes de la más reciente Subraza Aria, la Quinta Subraza Solar
a la que pertenecían los Griegos, que provenían, como los altos y rubios bárbaros
del centro y norte de Europa y los iranios, de la interminable Escitia y del
Norte y Este del Cáucaso, que se fueron extendiendo por las orillas del Mar
Caspio, el mar Negro del Norte, el Mar de Azov y los Balcanes, mezclándose, al
asomarse a los litorales de la Pelasgia, con Arios Lunares procedentes del Sur
del Cáucaso, hogar original de la Cuarta Subraza, ya mezclados con los pelasgos
de la Raza Raiz Anterior. Esa era, también, la mezcla a la cual pertenecía la
sangre Tracia y la familia de Orfeo,
Ya
desde muy joven su padre, y luego, el centauro Quirón le habían contado como
tanto la Cuarta Subraza Aria como la Quinta, mucho antes de llegar al Cáucaso,
procedían de una noble estirpe común que se había incubado en una isla mítica y
sagrada de un gran mar que dicen que en tiempos antiguos existía en el centro
del Asia Profunda y que también se secó cuando se secó el Mar del Sahara. Sin
embargo, estaba terminantemente prohibido hablar de aquellos asuntos con
no-iniciados, porque pertenecían más al campo de la Historia de la Evolución de
la Consciencia Espiritual de la Humanidad que al de la mentirosa Historia
Política de las Naciones y Tribus… Pero deseaba estudiar al hombre que tal vez
podía llevarle en su nave hasta cerca de su destino y no hay mejor manera de
conocer rápidamente a un hombre y de saber cómo piensa y cómo siente, que
hacerle hablar de su patria y de su linaje, como si uno fuese un ignorante
sobre el tema).
-Si
lo deseas, sería para mí un placer contarte la historia de mis antepasados en un
día de descanso como hoy, en el que ya he terminado de preparar mi partida
-respondió el marino amablemente-. Pero es algo larga, porque, aunque los
tirsenos somos un linaje joven, venimos de la mezcla de los jonios y eolios
emigrados, como te dije, que son pueblos muy antiguos
-Te
lo ruego si realmente no tienes afán, comandante, soy un bardo, recojo
encantado historias y leyendas donde las encuentro -insistió Orfeo. Lo que hizo
que Arron se sintiera a gusto e hiciese un gesto al sirviente, para que les
volviese a llenar las copas.
-La
saga de los verdaderos griegos que yo conozco comienza por un mito egipcio,
pues me lo contó un escriba del templo de Neith en Sais, para explicarme como
los pueblos, igual que las personas, nacen, crecen, mueren y renacen, sin
guardar recuerdo de sus evoluciones anteriores, ya que este mundo está de
continuo transformándose radicalmente, a base de grandes cataclismos.
Decía
aquel escriba que hace muchos, muchos milenios, la primera potencia mundial, la
más esplendorosa civilización que hubo en el remoto pasado, era un pueblo
llamado los Titanes, nietos de Poseidón. Viniendo desde su gran isla del
Océano, aquellos titanes parecían dioses, aunque realmente eran hombres de piel
rojiza muy altos, guerreros agresivos, fuertes, crueles y terribles hechiceros.
Dominaron todo lo que es hoy el Mediterráneo Occidental, incluido el litoral de
Egipto, e intentaron conquistar también la patria de mis antepasados, los
descendientes de Prometeo, y su monte sagrado, el Olimpo, que entonces era
mucho más alto y ni se sabe donde estaba, ya que el mundo no tenía la misma
forma que ahora.
Estos
tenaces guerreros, libres y disciplinados al tiempo, que tenían como dioses a
Dio-Zeus y a Apolo, además de Atenea, consiguieron plantar una dura resistencia
a aquellos ejércitos gigantes que obedecían al emperador Atlas o a sus diez
hijos, que eran diez poderosos reyes.
Finalmente,
tras una dura campaña de años, liberaron a los egipcios, quienes escribieron
estelas de agradecimiento en sus templos, y fueron rechazando a los titanes
hacia el extremo Occidente. Llegaron, incluso, a invadir su territorio isleño,
hundiendo a un enorme número de enemigos en el oscuro Tártaro.-
Orfeo
escuchaba aquella nueva versión de lo mismo que Alcínoo contara, mostrando
interés y sorpresa, al tiempo que meditaba sobre como los diferentes mitos de
los pueblos tienen algún transfondo común.
-El
egipcio me dijo -siguió contando Arron- que, justo entonces, se produjo un
terremoto y un diluvio, y todas las tierras y naciones de aquel tiempo se
anegaron, desapareció la cultura y se regresó al primitivismo. Y que eso ya
había sucedido otras veces antes. La más vieja mitología helénica ha
transformado, también, el recuerdo de aquella guerra antigua en una batalla de
Titanes contra Olímpicos por el dominio del mundo y del cielo, que se libró
tanto en la dimensión de los mortales como en la de los inmortales.
...Otros
bardos griegos también narran que los titanes fueron tan exterminados en
aquellas batallas, que Poseidón, ofendido y dolido por la derrota y muerte de
sus hijos, barrió la tierra con una gigantesca ola que destruyó a la primera
ciudad capital de nuestros ancestros, consagrada a Atenea.
Otros dicen que dio rienda suelta al
devastador gigante Tifón, último hijo de la sangre de Urano desde el Tártaro,
motor de todas las tormentas. Fuese como fuese, parece que hubo en el pasado
una gran inundación, que cubrió una enorme cantidad de tierras, y de la que
sólo se salvaron algunos marinos y montañeses.
El
mito cuenta que entre los supervivientes estaba Decaulión, hijo de Prometeo que
preveía el futuro y le avisó, y su compañera Pirra la Roja, hija de aquella
famosa Pandora, que, por causa de su curiosidad, había abierto la caja que
contenía todas las limitaciones de la Nueva Raza.
Ambos
desembarcaron de su nave en el monte Parnaso, fueron padres de Heleno, quien se
unió a Orséis. Su hijo se llamó Éolo, padre de Juto y de Doro, a quienes crió
en las montañas. Doro fue padre de los dorios, cazadores y pastores nómadas que
se mantuvieron, hasta hoy, rudos y patriarcales, en los montañosos Balcanes de
Iliria.
Juto
fue padre de Ion (aunque los vanidosos atenienses presumen de que realmente lo
engendró Apolo), del segundo Éolo y de Aqueo, los tres ascendientes de los
jonios, de los eolios y de los aqueos. Dice otra leyenda de marinos que el
primer lugar donde se establecieron los hijos de Juto, cuando creció su
estirpe, fue en el Sur de Italia, en el archipiélago de las Lípari y en el
espléndido golfo de Tarento.-
Orfeo
escuchaba atentamente a Arron. Ataba los cabos de los nuevos datos que dejaba
sueltos su relato con los antiguos de su memoria, sin contradecirle, porque
silencio es poder…aunque tenía certeza de que aquella historia antigua y mítica
pertenecía más a los antiguos Pelasgos que a los Griegos, una subraza recién
aparecida, que se apropiaba, como todos los pueblos jóvenes hacen, de la
mitología de sus ancestrales remotos de la subraza anterior, o de la de las
naciones de mayor linaje y cultura a las que vencen, pero que luego los
asimilan .
Recordaba
como le habían contado, en la Escuela de Misterios de Eleusis, que el primer
Éolo vivió primero en Tesalia, al norte de la futura Hélade, pero después viajó
hacia Occidente con un grupo de amigos, acabando por establecerse,
efectivamente, en la escarpada Lípari, en el archipiélago de las itálicas
Eolias, al norte de Sicilia, donde Hera lo hizo guardián de los vientos del Mar
Tirreno... y tuvo allí hijos y nietos, a quienes enseñó a servirse de los
vientos para navegar a base de velas.
Sus
descendientes se expandieron y fueron padres de naciones en las islas del
Mediterráneo Occidental y en la península italiana. Eso explicaría de forma
mítica el origen de la emigración marítima (que el rey Alcínoo le había relatado
en Feacia), de los aqueos o “Pueblos del Mar,” biznietos de Éolo, desde las
Islas Baleares hasta Italia, Iliria y el norte de Grecia, para después invadir
la Pelasgia.
-Tras
el cataclismo, Creta -siguió, tras beber, el comandante-, que había heredado parte
del conocimiento marítimo de los titanes oceánicos vencidos, creció y creció en
influencia civilizadora y en poderío naval, hasta imperar de forma indiscutible
sobre todo el Mediterráneo. Mis antepasados jonios les pagaban impuestos, a
veces muy pesados, para poder formar parte de su flota. Sin duda se dedicarían
a singladuras mercantes con Occidente, dada su posición geográfica.
A
los pelasgos y fenicios les gusta pintar a todos los griegos primitivos como
rudos pueblos de pastores venidos del norte. Pero podrás imaginarte que
viviendo en tan magníficos puertos naturales y adorando a una diosa que
representa la inteligencia adulta de Zeus, tuvieron que hacerse muy buenos
marinos y un pueblo sagaz y amante del verdadero conocimiento: el que sirve para
bien vivir sobre la tierra.
Como
el centro del comercio mundial era la Pelasgia, los ascendientes de mi padre,
los jonios, contornearon con sus naves el sur del Peloponeso, se introdujeron
en el Mar de los Cretenses y en la península pelásgica, al principio como
comerciantes y luego como piratas, en pequeños pero aguerridos contingentes,
que ofrecieron sus servicios a las matriarcas, en plan mercenarios, para
mantener al país defendido... de ellos mismos.
Sus
jefes fueron eliminando a los reyes-sacerdotes consortes de los pelasgos y
obligaron a las reinas-sacerdotisas, que formaban la casta dirigente de las
diferentes comunidades, a que se casaran con ellos, sus nuevos guardianes, con
lo cual se adueñaron de la mitad del poder hereditario que ellas ejercían, y de
algunas regiones.
Pero
las sacerdotisas, con mucha mano izquierda, supieron hacerles sentirse a gusto
entre los lujos de su antiguo modelo de civilización, convenciéndoles de que
les convenía más que respetaran sus costumbres, que siguiesen entregando parte
de los tributos de sus súbditos a Creta y que venerasen a su Gran Madre. Así,
los invasores, al integrarse en la élite dominante, pasaron a ser llamados
“Grai-Koi” o Griegos, que significa “Adoradores de la Diosa Gris, o de la Diosa
Antigua.”
Los
griegos jonios fundaron en el Ática una ciudad que homenajeaba otra vez el
nombre de la diosa Atenea, Atenas. Y fueron los primeros, cuando otro maremoto
barrió a su vez Creta (y después de que los sicilianos, ayudados por los
ingenios de Dédalo, hundieran lo que quedaba de la flota cretense), en
organizar desde allí una expedición que saqueó Knossos, su capital. Lo que
estableció un nuevo orden en el Mar Pelasgo, ahora llamado Egeo, que ya sabes
que es un nombre jonio, el del padre del héroe ateniense Teseo, vencedor del
Minotauro, o sea, para entender el símbolo que lleva implícito el mito,
vencedor de la coacción hegemónica que Creta ejercía sobre los pelasgos.-
-Ganar
una guerra es importante, pero más importante es ganar la paz. Los sucesores de
Teseo –siguió relatando el marino tirseno- también supieron integrarse de forma
flexible y modélica, tanto con los cretenses y pelasgos sometidos de la
península e islas, (simplemente dejando que la Gran Madre declarase, por medio
de las sacerdotisas, que los dioses varones de los helenos eran sus hijos),
como con los siguientes invasores griegos y primos suyos, mis antepasados
maternos, los Eolios, que llegaron cruzando Tracia Occidental y Macedonia, a
quienes los Jonios recomendaron la misma política de talante abierto e
integración con inteligencia, De esa manera se aliaron ambos linajes para
recuperar y continuar manteniendo el orden marítimo que los cretenses habían
construído tan trabajosamente.
Así
pues, tras un inevitable retroceso, la civilización pelasga, ahora mestizada
con los griegos, se readaptó a un naciente patriarcalismo bastante tolerante y,
poco a poco, se iba volviendo a una coexistencia más o menos tensa, que
recordaba algo a la de los tiempos de Minos... hasta que llegaron, como un torrente,
los otros primos griegos, los durísimos e intransigentes aqueos, que formaban
con jonios y eolios la tercera rama del tronco original de los nietos de
Decaulión.
Bajando
con sus carros de guerra desde el país de los Tesprotes, vinieron rápidamente
sobre el centro y el sur de la Península Egea, tomando ciudad tras ciudad, a
pesar de sus murallas, y estableciendo sus capitales principales en Micenas y
Esparta.
Los
aqueos se burlaron de sus primos jonios y eolios por haberse dejado “amansar
por las matriarcas” y no quisieron saber nada de integración inteligente con
las costumbres pelasgas. Naturalmente, a los orgullosos hijos de Aqueo, nietos
de Juto, biznietos de Éolo y tataranietos de Heleno, no les gustaba nada que
les llamaran Griegos, aunque ya todo el mundo lo hace, hoy en día. Ellos
siempre se llamaron a sí mismos Helenos, con el nombre de su tatarabuelo, y le
dieron el de Hélade al país que les habían conquistado a los pelasgos. Acusaron
a nuestros padres de que su diplomática adaptación a la cultura de los vencidos
era pura decadencia y se dispusieron a instaurar un nuevo orden, que acabase
con cualquier oposición al patriarcado total. Al mismo tiempo, fueron
arrebatándonos el poder sobre nuestros territorios y saquearon Creta de nuevo.
………………………………………………………………………………………….
LABERINTO PERSONALIZADO. 28 a 35 años:
-“Desde los 28 a los 35 años se vive el
segundo período de la juventud, bien es verdad que con muchas correcciones
sobre el ritmo y el rumbo del período anterior, después de que las ilusiones se
confrontaron con la dura realidad social– dijo Donnon con una sonrisa
melancólica.-
-Es un período de encajarse en ella, en la
realidad social tal como es, es tiempo de encontrar con sensatez el propio
lugar y utilidad en el mundo, de asumir importantes decisiones, tareas,
compromisos, misiones, que obligan a drásticos cambios de actitud ante la vida.
Para muchos, el momento de comenzar a crear una familia o una empresa con los
pies bien puestos sobre la tierra.
-Coloca una paletada de tierra abonada o
una piedra por cada vez que recuerdes que huiste de enfrentar un cambio, un
nuevo camino, una tarea, un encuentro transcendental o una misión en tu vida
cuya conveniencia y necesidad tu Voluntad ya había aprobado.
Pregúntate qué temores tuyos sabotean tu
poder de Real-ización, es decir, tu Voluntad de izarte o alzarte a tu Realidad.
Coloca una piedra por cada uno que descubras.
Coloca una piedra por cada actitud
repetitiva tuya que te lleva a chocar, criticar, menospreciar, juzgar,
condenar, impacientarte o sentir rechazo hacia otra persona.
Pregúntate que debilidades tuyas te
irritan tanto cuando te ves reflejado en el espejo de los otros. Coloca una
piedra por cada creencia, prejuicio, juicio o desconfianza tuya que
repetidamente te lleva a ver negatividad en lo que hacen o dejan de hacer los
demás.
Coloca una piedra por cada vez que huiste,
te enojaste, te ofendiste, te esquivaste o te cerraste cuando no quisiste
escuchar una verdad que exigía reconocimiento y propósito de cambio, dicha por
una persona que te apreciaba.
………………………………………………………………………………………………..
-En este período que llega hasta los 35
años ya debería haberse desarrollado una emocionalidad más madura y menos egoísta,
adecuada para criar familia o dedicarse a una vocación de servicio.
Piensa bien, mientras recorres y cultivas
tu laberinto personal, en cómo ha sido para ti esa edad y como es hoy tu salud
y equilibrio emocional. Qué es lo que todavía necesita ser calmado o curado en
tu emocionalidad.
Recuerda las veces en que te has dejado
alterar y hasta derribar emocionalmente, o aquellas otras en las que tú mismo
has lanzado una tormenta emocional sobre otros.
Piensa a qué tienes más miedo, qué es lo
que te produce mayor temor y preocupación, y como desestabilizas a los demás y
a ti mismo cuando proyectas eso.
Examina lo que es para ti la desconfianza
y la confianza, en relación a demás, a ti mismo y a la vida”.-
28-
LOS INMIGRANTES DE ASIA MENOR
Ante
un panorama de tal dureza como el que se les venía encima con el avance de los
aqueos, el rey jonio Tmolo, un hombre sabio que podía prever el futuro, preparó
a su pueblo para el desapego de lo conocido, les animó a tener el coraje para
fundar una nueva sociedad y se anticipó prudentemente a emigrar a Lidia, con
aquellos de sus súbditos que aceptaron sus profecías. Su flota cruzó al Asia
Menor, al otro lado del Egeo. Allí comenzó a crecer, a partir de cero, la Jonia
Lidia.
A
quienes le preguntaban por qué no se había quedado a defender sus antiguos
territorios, contestaba que más fácil y sabio edificar algo nuevo que intentar
reformar lo que porta consigo todos los hábitos de lo que ya no más puede
sostenerse.
Mientras
tanto, en la península griega, los reyes-sacerdotes que se habían quedado,
consortes de las reinas-sacerdotisas, como Tántalo, hijo de Tmolo, y los nietos
de Éolo, Salmoneo, Eetes y Sísifo, intentaron una última resistencia contra el
maremoto patriarcal, pero los aqueos los arrollaron, vencieron, humillaron y
mataron...
Únicamente
se salvó el famoso Eetes, porque estaba buscando mercados en la lejana
Cólquide, habiendo dejando a Sísifo como regente de su ciudad… hasta que los
patriarcalistas lo eliminaron.
Entretanto,
a pocos años de comenzado su exilio, Eetes consiguió convertirse, gracias a
buenos matrimonios y a su inmensa valía como estadista, en el dirigente
indiscutible de aquel remoto pié del Cáucaso donde en el pasado remoto se había
iniciado la expansión hacia Europa de la Raza Ariana… hasta que vosotros los
argonautas, impulsados por Pelias, que lo odiaba por motivos personales bien
mezquinos, fuísteis a arrancarle el Vellocino, que era el emblema ancestral,
bien merecido por aquel país, de aquella expansión y, junto con él, le
arrancasteis a sus desgraciados hijos.-
Orfeo
suspiró, percibiendo de repente la verdadera y vengativa razón por la que Jasón
había sido enviado por su manipulador tío al extremo del Mar Negro. No era
agradable escuchar la versión de su gloriosa aventura juvenil contada por el
bando que había resultado perjudicado por ella.
-Los
que habían emigrado a tiempo con el previsor Tmolo a Lidia -siguió contando
Arron sin resentimiento-, construyeron una ciudad magnífica y luego crearon una
federación de ciudades jonias y eolias independientes en todo el litoral de
Asia Menor, que se convirtieron, sobre todo las jonias, en verdaderos centros
culturales, como Mileto, Éfeso y Focea, en la costa, de donde hemos partido
nosotros, y Chío y Samos en las islas.
-¿Y
los tirsenos, comandante? -preguntó Orfeo, un poco cansado de tantos
antecesores y queriendo llegar a él mismo- ¿De dónde fue que salieron?
-Pues
el mito cuenta que Tiro, hija de Alcídide y del eolio Salmoneo, uno de los
reyes que resistió a los aqueos, fecundada por Poseidón, fue la madre de dos
pueblos de grandes navegantes: el de aquellos que se establecieron en el
litoral semita de Canaán, se juntaron con marinos sidonios y fundaron la ciudad
de Tiro, a quienes también se les llama fenicios, que ahora son nuestros
principales competidores, y el de los Tirrenos o Tirsenos, que emigraron a la
costa occidental de Asia Menor, que fundaron las ciudades de Tyrrha y Thyrsa, y
que se mezclaron e integraron muy bien con los jonios de Tmolo y con todos los
pueblos que había por allí.
-¿Y
cómo es Lidia y los nativos de ese país que tan bien acogieron a los jonios y
eolios exiliados?
-
Acogieron... tú sabes como son esas cosas, Orfeo: los comerciantes hábiles
empiezan por establecer un emporio comercial en la costa de un país y luego,
poco a poco, acaban por dominar su economía y por imponer sus costumbres... eso
fue lo que ocurrió con nosotros en Lidia. Los nativos lidios del interior son
medio semitas o acadianos al sur, como sus vecinos carios y fenicios y, al
norte, medio frigios, es decir, arios, como los otros vecinos, meonios,
troyanos y tracios.
Lidia
está situada en la mejor confluencia para el comercio mundial. Tiene enfrente
el golfo de Esmirna, de donde se sale para la florida Samos, Mileto, Icaria y
las Cícladas, un rosario de islas que forman un puente hacia los puertos
peninsulares: Atenas, Áulide, Micenas y Tirinto... o hacia el cabo Malea, Creta
y las rutas que van hacia el lejano Occidente.
-¿Hacia
Occidente? -preguntó Orfeo, interesado.
-Hacia
Occidente –confirmó el comandante-.Los jonios de Calcis, emigrados hace mucho
desde Eubea, y establecidos cerca de tu país, Tracia –continuó, trazando en el
aire un mapa imaginario-, contrataron a los excelentes marinos de la isla de Samos,
y fueron los primeros griegos que, en tiempos más modernos, volvieron a navegar
hacia Italia e Iberia, recuperando las antiguas rutas cretenses. Y más tarde,
otra vez aliados con sus primos de Samos y los focenses.
-Yo
tuve un compañero argonauta samio, el pequeño Anceo- recordó el bardo-. Y
también había un focense... el gran nadador Eufemo de Tenaro, que nos salvó un
par de veces de la persecución de las naves colquídeas.
-Los
focenses son hijos de la dificultad y eso los hará algún día un gran pueblo
fundador de colonias hasta en el remoto Océano -aseguró el tirseno-. Su hogar
europeo era la montañosa e improductiva Fócide, donde está el Santuario de
Delfos, cuyos primeros habitantes eran los lélegos, que fueron empujados por
las invasiones al centro de Grecia. Allí se integraron tan bien con los jonios
que luego se vinieron con nuestros padres al Asia Menor.
Ahora
su colonia asiática principal crece y crece, con el nombre de Focea, en la
península que está más al norte de la Jonia Lidia. Son magníficos marinos... y
dicen las malas lenguas que también famosos piratas... los cuales, por cierto,
conforman la mitad de mi tripulación actual. Pero no tengas miedo, Orfeo,
porque yo sé dirigirles como les gusta y mantenerlos en disciplina, y así
consigo que salga hacia afuera lo mejor que hay en ellos.
Los
jonios de Calcis y Samos llegaron, pues, a Italia –siguió-, modernizaron los
asentamientos que fundaron los cretenses en el sur y fueron los primeros en
controlar con emporios los mercados de Etruria, haciéndose amigos de los
belicosos sardos, que dominaban la región. Ellos permitieron y facilitaron a
los otros jonios y eolios el paso por el estrecho de Scylla, en Sicilia, que es
por donde nosotros iremos ahora, para no tener que aventurarnos a través de
zonas controladas por las galeras de guerra fenicias, procedentes de islas que
fortificaron, Ortygia, Mozia y Malta... o de un enclave que han situado en la
punta del litoral africano, Útica. Desde tales bases piratean toda nave pelasga
o griega que encuentran, puesto que esos buitres marinos tratan de ir
convirtiendo el Mediterráneo Occidental en un mar reservado al tránsito
exclusivo de sus propios buques.
-¿Hay,
pues, peligro de ser atacados por los fenicios? -preguntó Orfeo con un deje de preocupación.
-Siempre
lo hay, por eso vamos en un convoy de tres naves bien armadas, para protegernos
mutuamente, éste es un oficio para guerreros -respondió el tirseno desde su
ecuanimidad-. Los fenicios dominan la antigua ruta norteafricana hacia Iberia y
ya no nos dejan usarla como antes. Así que nosotros, junto a los demás jonios y
eolios, patrullamos y defendemos la que va de isla en isla por la costa norte
del Mediterráneo, hacia las bocas del Ródano. La competencia se ha hecho tan
dura que estamos estudiando la posibilidad de desarrollar muchas galeras de
guerra de veinticinco remos a cada lado, como ésta y, si es posible, de más, a
fin de conseguir el máximo de velocidad, aunque el viento no ayude.
-…Pero
te estaba contando lo que ocurrió cuando los míos llegaron a Lidia, huyendo de
los aqueos... –retomó el hilo de su narración el comandante-. En aquella
caótica época del exilio jonio y eolio a la orilla asiática del Egeo, igual que
ocurrió muchas veces antes en la historia, unos pueblos desplazados tuvieron
que buscarse la vida, como desesperados sin patria, desplazando a otros. Eso es
lo que había sucedido ya con la mayoría de los pelasgos peninsulares y con la
clase dominante cretense, tras la destrucción de Knossos. En verdad, ellos
contribuyeron mucho a hacer de Lidia, de Caria y de Licia, países cultos y
refinados.
Cuando
el litoral de Asia Menor ya estaba desbordado por la segunda ola de emigrantes,
aquella en la que llegaran mis ancestros, apareció en sus naves la tercera,
formada por los jonios, eolios y pelasgos que se habían quedado en la Hélade,
por apego a lo conocido y temor al cambio, pero que ya no aguantaban más la
tiránica dominación de los aqueos, quienes los estaban convirtiendo en
ciudadanos de segunda categoría, al tiempo que acababan con la antigua religión
de la Diosa... El inicio de esta tercera ola fue pacífico y hasta tuvieron una
buena acogida, dentro de lo posible, en un país sobrecargado de refugiados.
Pero después sólo llegaba gente quemada por el sufrimiento, muy resentida y
violenta, imposible de integrar, que se buscaba la vida con la espada en la
mano. Esos causaron verdaderas devastaciones y rapiñas sin fin.
Durante
un terrible período de carestía que duró dieciocho años, nuestro pueblo tuvo
que decidir dividirse en dos partes, los que se quedaban en Lidia, los más
fuertes y bien establecidos, comandados por quienes habían hecho caso a Tmolo…
y aquellos que no tenían más remedio que emigrar de nuevo. Mis padres, junto
con otros muchos marinos empobrecidos, abandonaron el congestionado,
competitivo y vulnerable país, dispuestos a hacerse con un lugar para vivir
donde fuese posible. Dirigidos por un príncipe llamado Tirsenos, hijo del rey
lidio, se fueron a Esmirna, construyeron barcos y buscaron donde
establecerse...Y se les ocurrió aceptar una alianza con los licios, con los
isleños de Cerdeña y con otros “Pueblos del Mar”, que intentaron y consiguieron
tomar por la fuerza una parte del litoral palestino, donde formaron los
principados filisteos del sur.
Desde ellos, atacaron sin éxito a los
fenicios, y luego hasta se aliaron con los libios y se atrevieron a ir contra
los egipcios, aprovechando que estaban divididos por luchas religiosas. Los
tirsenos, junto con los sardos, logramos mantener, a costa de muchos sufrimientos,
una cabeza de puente durante unos meses en el delta del Nilo, donde los nativos
ya nos llamaban “Turuscha,” pero por fin fuimos duramente rechazados por un
faraón bien guerrero y, los pocos que sobrevivimos, ya ni se nos ocurrió volver
a la vulnerable Filistea, que aguardaba la venganza del faraón triunfante, ni
insistir en que nos admitieran, fracasados como estábamos, en la abarrotada
Asia Menor.
-Los supervivientes tirsenos y sardos de
Egipto, compañeros de derrota, navegamos más allá de Sicilia, hasta la isla de
nuestros aliados, Cerdeña. –recordaba Arron con una sonrisa melancólica-. Allí
estuvimos una temporada, pero, aunque nos compadecían y ayudaban, es muy
difícil integrarse con isleños que siempre lo verán a uno como extranjero y
había mucha malaria, así que les pedimos que nos dejasen establecer una pequeña
colonia en la porción de península Itálica que ellos tenían enfrente, Etruria,
en el centro-noroeste de Italia, prometiéndoles ser sus centinelas en aquella
parte del continente, contra intentos de invasión de su isla por otros pueblos.
Fue
de ese modo que conseguimos pacíficamente, por medio de una negociación, un
pedazo de litoral que los sardos habían ocupado desde mucho antes. En aquel
territorio, regado por el Umbro, fundamos el emporio llamado Tirsenes (que
empieza a ser conocida también como la ciudad de Tirrena). Desde aquel centro
del Mediterráneo, comenzamos a comunicar el Oriente con el Occidente. Así fue
nuestro asentamiento en Italia. En otro momento, si quieres, Orfeo, te podría
contar el que hicimos en Iberia.
………………………………………………………………………………………….
LABERINTO
PERSONALIZADO. 35 a 43 años:
-“Llegar a los 35 años, para la mayoría de
los seres humanos, significa llegar a la mitad del tiempo de su encarnación,
aunque los ilusos suelen pensar que eso se dará a los cincuenta –dijo aquella
noche el instructor del Laberinto junto al fuego, con maliciosa sonrisa
galaica-. 35 años es la mitad del ciclo de 70 años, en los que, en nuestra
época, un hombre ya es un anciano muy anciano, en realidad, un raro
superviviente, aunque dicen los doctos que la longevidad media irá alargándose
en el futuro.
La mayoría de las mujeres ya han sido
madres, una o varias veces. Para ellas, tener hijos después de los 35 significa
asumir un gran riesgo.-
-Podemos hacer una celebración especial
al llegar a la mitad de la vida y a la primera edad en la que uno se puede
reconocer como adulto, lo que significa plenamente responsable de sí y hasta de
otros que dependen o pueden depender de él:
En el centro del Laberinto levanta una
pirámide de grandes piedras con aquellos de tus mayores defectos que te hacen
sentir deprimido, inmaduro e infeliz y, sobre ella, alza un monumento
escultórico y floral, a aquellas de tus virtudes que te hacen sentir más pleno,
adulto y feliz.
-Cuando me avises que ya está todo hecho,
esa misma noche encenderemos una hoguera bajo las estrellas… si se viese que va
a hacer buen tiempo. De no ser así, esperaremos. Ve preparando una buena velada
musical para entonces, por favor.-
-Tómate tiempo para este ejercicio y no
dejes nada importante sin marcar y sin sanar, amigo mío, aunque tengas que
recorrer todo el laberinto mil veces. Más vale concentrarte en eso ahora, a
plena voluntad y consciencia, que tener que regresar a hacerlo, desde la
inconsciencia de la infancia, durante muchas reencarnaciones.
Tómate tiempo y no dejes nada sin marcar y
sin sanar, amigo mío, aunque tengas que recorrer todo el laberinto mil veces.
Más vale concentrarte en eso ahora, a plena voluntad y consciencia, que tener
que regresar a hacerlo, desde la inconsciencia de la infancia, durante muchas
reencarnaciones”.-
29-
COLONOS GRIEGOS EN IBERIA
-Cuenta, cuenta ahora, por favor,
comandante Arron, quiero saber todo lo posible sobre ese tenebroso País de los
Muertos, a donde me dirijo.
-De tenebroso nada, hombre, Iberia es una
tierra bien luminosa, sobre todo el levante y el sur, donde está Tartesós, su
más importante reino... En el pasado, la dinastía Minos había ayudado a los
carios, nuestros posteriores vecinos en Lidia, a quienes respetaban mucho, a
establecerse en una isla situada en la doble desembocadura del río Betis, donde
estaba el puerto más rico en intercambios del Sur de Iberia. Así que, en la
época de mi padre, también nosotros nos las habíamos arreglado para conseguir,
por intermedio de ellos, que los reyes ibéricos nos cedieran terrenos para
construir un depósito seguro para nuestras mercancías.
Nuestra primera factoría, un simple
almacén fortificado, se llamaba Mainake y estaba muy lejos de los mejores
mercados pero, para la segunda, conseguimos que nos cediesen terrenos justo
enfrente de su capital, situada en la isla interior de la desembocadura del rio
Tinto o Híbero, Erytia (a la que los griegos llamábamos Erytheia). Nuestro
nuevo emporio se llamaba Tursha y se encontraba en una larga lengua de arena
exterior, cerca de la isla del León, Gádir o Cádiz, donde los fenicios también
habían construído su propia factoría.
Del modesto emporio Tursha, cuando se
agrandó, salió el nuevo nombre de Tarssit. Y luego, ya que pocos navegantes
eran capaces de pronunciar la denominación indígena, se extendió a Tartessós
para toda la ciudad, nombre que se fue popularizando a medida que fuimos
asentando allí a más y más jonios-eolios-tirsenos procedentes de la desgraciada
Lidia.
-Desgraciada ¿por qué? -preguntó Orfeo.
-...Porque si los emigrantes-invasores
jonios y eolios que llegaron a Asia y Egipto sólo eran unos desplazados que
apenas buscaban un sitio en el mundo, los actuales saqueadores de Asia Menor
son puros piratas, comandados en la sombra por los voraces aqueos, a quienes
todavía no les interesa aparecer directamente como invasores ante los troyanos.
Ya te dio el rey Laertes noticia de las devastaciones causadas en Frigia por el
micénico Atreo. ¿No es así? Pues fui yo quien le informó, a través del rey
Alcínoo. He visto las ciudades más cultas y refinadas del litoral de Anatolia
expoliadas e incendiadas por esos brutos y a los prisioneros supervivientes,
gente que valía mucho más que ellos, convertidos en esclavos... o en ciudadanos
de segunda categoría, si sus conocimientos eran imprescindibles.
...Y acabarán tratando de apoderarse
también de la rica Troya, ya lo verás , como intentó Hércules en la destructiva
razzia que hizo…aunque tuvo que irse cuando los troyanos del interior
reaccionaron y contraatacaron en buen número. Y me temo que detrás de los aqueos,
cuando ya se hayan acomodado a la civilización, llegarán algún día al Egeo sus
parientes de Iliria, los dorios, bastante más bárbaros que ellos, o surgirá en
Mesopotamia un nuevo imperio conquistador que intente dominar Asia Menor...
Quien anticipa el futuro, como Tmolo fue
capaz de hacer, ya está viendo que grande, muy grande, va a ser la próxima
desbandada de refugiados en esa antigua y sufrida Anatolia, madre o anfitriona
amorosa de tantos pueblos, igual que la Gran Diosa que allí se cultúa, y será
pronto. Así que muchas de esas personas confían en el buen éxito de nuestra
misión.
-¿Y puedo saber qué misión es esa,
comandante? -preguntó el bardo.
-Yo represento a un grupo de cultas familias
de toda la Jonia Lidia que me han encargado explorar las costas de Occidente,
con el objetivo de buscar algunos lugares adecuados donde poder vivir en paz y
prosperidad, sin tener que aguantar la superpoblación y las sucesivas
invasiones de bárbaros que se están preparando para caer sobre el centro del
mundo civilizado. Nuestra misión es encontrarlas a lo largo del litoral de
Iberia, crear algunas pequeñas factorías de intercambio con los nativos y
mandarles luego aviso para que puedan establecerse en ellas.
-¿No les gusta Italia? ¿O la tal
Tartessós?
-Claro que les gustan, pero Tartessós ya
está suficientemente colonizada. Sobran tirsenos allí... Y todavía hay tanta
gente en Lidia que desea salir de aquel agobio, que los de la Etruria itálica,
antes de sobrecargarse de refugiados y conseguir, con ello, que sus vecinos
nativos, los peligrosos Latinos, se sientan invadidos por extranjeros y
reaccionen en contra, preferirían ir creciendo con discreción y mandarlos a
llevar el fuego sagrado del templo de Atenea a tierras vírgenes, con lo que se
convertirán en los héroes de sus futuros pueblos... Iberia será el lugar ideal
para eso durante los próximos cien años. Sólo viven allí, a excepción de los
tartesios, tribus muy atrasadas que están en perpetua guerra entre sí.
Necesitan a alguien que les haga el favor de pacificarlos y civilizarlos.
-Conozco esas palabras -dijo Orfeo-, son
las que han justificado todas las invasiones, desde el principio de la
historia.
-Bah, nosotros no pretendemos invadir a
nadie, sólo negociar la fundación de algunas factorías protegidas en las que
comerciar con los nativos y en las que podamos ir estableciendo a los pobres
lidios... El problema es que los fenicios también andan detrás de lo mismo, ya
que su tierra es lugar de paso y campo de batalla inevitable para todos los
invasores y quieren fundar una Nueva Canaán en el Mediterráneo Occidental...
Así que el futuro será de ellos o nuestro.-
Después que Arron expusiera sus planes,
Orfeo, viendo que se encontraba ante un hombre de honor, serio y determinado,
aunque demasiado convencido de la superioridad cultural de su patria, le confió
los suyos y le rogó que le llevara como ritmador de las cantinelas de los
remeros de su barco.
Aunque le pareció que sólo perseguía una
quimera, el comandante jonio quedó bien impresionado por aquel fino y culto
tracio con tan buenas referencias y recomendaciones, evidentemente un noble,
que tan sólo se diferenciaba del más civilizado de los griegos en aquel pequeño
tatuaje de tres círculos concéntricos en mitad de su frente, el cual delataba,
sobre sus claros ojos nórdicos, su pertenencia a un país aún semibárbaro.
Así que lo aceptó y le dio la bienvenida a
su nave de cincuenta remos, con mascarón de proa en forma de caballo alado, que
se llamaba “Tursha”, como era de esperar. Al amanecer del día siguiente, la
flotilla zarpó de Corcyra y atravesó el estrecho de Otranto, costeando luego el
calcañar de la bota itálica hasta el espléndido puerto natural de Tarento, donde
cargaron telas de lujo teñidas con una buena imitación de aquellas tinturas
púrpura que dieron su nombre a los fenicios de Tiro, ya que fenicio significa,
precisamente, "rojo" o "púrpura".
………………………………………………………………………………………….
LABERINTO
PERSONALIZADO. 43 a 49 años:
-De los 43 a los 49 años ya se debería
estar viviendo el segundo período y el más pleno y responsable de la edad
adulta. La mayoría de los hombres y mujeres tienen como nuevos profesores a sus
hijos en ese ciclo. Los hijos obligan a replantearse todos los conceptos. Ellos
son implacables para denunciar lo obsoleto y para rebelarse contra lo que ven
que no funciona.-
Donnon
acababa de recorrer el corto trecho que separaba el comienzo de la segunda
voluta del Laberinto de la Estación 90, a partir de la cual, el sendero y los
macizos continuaban intocados y medio tomados por las hierbas silvestres.
- …Continúa sin hacer, todavía,
modificaciones más allá de la Estación 88, Síntesis, pero es claro que esa
síntesis de toda tu caminada anterior, más de media vida, ya debe estar bien
clara y definida antes de llegar al final de este ciclo, en el que tu juventud
oficial acaba, aunque te deseo que la juventud de espíritu te dure hasta la
muerte.
30-
EL COMERCIO COLONIAL
A
los pocos días, se preparaban ya las tres naves para cruzar otro estrecho mucho
más peligroso, el que separa la punta de Italia de la fértil Sicilia, en cuya
entrada se alza el volcán Etna, como dividiendo el Mediterráneo en dos partes:
el Mundo Civilizado y la Tierra Incógnita Occidental.
-No
debes fiarte de nada de lo que te quiso contar un fenicio -aseguró categórico
el comandante cuando Orfeo, aprovechando que el buen viento hacía innecesario
remar, le hizo comentarios discretos, neutrales y contenidos sobre los viajes
de Beleazar por el Océano para sondear hasta que punto los griegos tenían
conocimiento de ellos-. Esos tirios, sidonios y biblitas están más cerca del
pirata que del comerciante. Acostumbrados a ser siempre deshonestos, hasta
llegan a tragarse las propias mentiras que un día inventaron. Ellos presumen de
haber sido los primeros en llegar a Tartessós, o dicen que fueron los
cretenses, pero en la jonia Samos se sabe muy bien que el primero que llegó fue
Nidácrito, quien, arrojado allí por una tempestad, vendió tan bien su
cargamento a los íberos, a cambio de plata, estaño y oro, que volvió rico a su
isla y no tuvo necesidad de navegar, sino por placer, en el resto de su vida.
-Pero...
¿Es cierto que existen países en el remoto Océano, más allá de Tartessós?
-preguntó Orfeo.
-Claro
que sí, yo he navegado personalmente desde Tartessós hasta ellos. El periplo
dura, con buen viento, unos veinte o veintidós días viajando sin parar. Tras el
cabo de los Conios se costea la costa occidental de Iberia, que los indígenas
llamaban Oestrymnis y nosotros Ophiusa, o Tierra de Las Serpientes, porque ese
es el tótem más frecuente entre sus tribus. Ahí se puede obtener estaño y plomo
de los galaicos, a cambio de cérámicas decoradas, sal y objetos de cobre. Después
se dobla hacia el este y se sigue la costa norte de Iberia hasta el interior
del Golfo Galático y hasta el cabo de Afrodita.
Luego,
navegando a lo largo de la costa occidental de la Galia, se llega a la
Armórica, el país de los Oestrymnios del Norte (que seguramente se llamará así
porque fue colonizado algún día por los del sur), quienes son navegantes
audaces de raza acadiana-ligur. El suyo es el primer país donde hay mercados
costeros en los que se encuentra bien abundante y barato el estaño. Yo estuve
allí cuando era más joven, llevando a un piloto galaico por guía. Y más al
norte, parece ser que hay otras islas estañíferas. Y también la tierra del
ámbar.
-¿Y
ese lejano norte es un buen país para colonizar?
-Más
al norte de la Galia está bien para comerciar, para obtener productos a poco
precio ¡pero de ninguna manera para vivir allí...! Después de haber recorrido
una buena parte del Océano, tanto hacia el Norte como hacia el Sur, a mí me
parece que el litoral del Mediterráneo es el único lugar bueno para vivir del
mundo... hacia el norte es demasiado lluvioso y frío, y hacia el sur demasiado
seco y desértico. Serán siempre países tristes y salvajes, no les veo mucho
futuro... Los habitarán los ignorantes y los cobardes, los que se conforman con
lo único que conocen o los que no se conforman, pero no tienen agallas para
agarrar una espada, como hicieron mis antepasados griegos, o los tuyos,
tracios, o como estamos queriendo hacer nosotros ahora, para ir a conquistar un
sitio agradable y próspero al sol y salir del frío y de la pobreza, o de la
angustia y el hacinamiento... ¿Quieres saber, Orfeo, si un país es bueno para
vivir en él? Es muy fácil: donde se dan suficientemente bien las uvas como para
que se pueda hacer un buen vino, siempre es un buen país para vivir el hombre.
Los demás países sólo son buenos para los osos o para los camellos.-
-¿Y
como es Iberia, el país de los muertos?
-Es
un país muy grande, cálido, boscoso, montañoso con algunas mesetas en el
interior, abundante en buenos metales, oro, plata, plomo, hierro, cobre y
también esparto, lino, lana, pieles, miel... En Tartessós se vende estaño, que
traen por tierra del Noroeste, pero como sale realmente barato es yendo
directamente a buscarlo al puerto de los Galaicos Ártabros... y hay toda clase
de pueblos en Iberia, pero ninguno de ellos, que yo conozca, tiene nada que ver
con los muertos... son, más bien, muy vitales, orgullosos, hospitalarios,
generosos, comunicativos, alegres, más cuanto más al sur, que es bien soleado y
mucho más civilizado que el resto de la península. En Tartessós se vive muy
bien, es una verdadera ciudad, con todos los servicios. Además hay allí unas
mujeres hermosas y calientes, que danzan mejor que las egipcias y las
cretenses, y buenos templos de prostitutas sagradas, que salen baratísimas para
nosotros.
-¿De
qué manera conseguisteis permiso de los nativos para fundar allí una factoría?
-La
clave para hacerse rico allí es ir a hablar discretamente y en privado con
algún jefe local, uno influyente, que controle los excedentes de la producción
de su gente, y ofrecerle el papel de agente intermediario entre nuestras
mercancías y sus paisanos…Y darle mucho a crédito, mucho, endeudarlo,
hipotecarlo, atarlo durante veinte años a nosotros, enviciarlo a él y a su
mujer y a sus hijos, en el uso y disfrute de nuestros productos mejores,
comenzando por el vino. Por la cuenta que les tiene, cuidarán de nuestros
intereses, que serán los suyos, se civilizarán y en poco tiempo desearán vivir
como vivimos nosotros y temblarán ante la sola idea de que su status peligre,
con lo que siempre nos serán fieles.
Ellos
serán el escaparate, envidiado por todos, de nuestras mercadurías, y
convencerán a las gentes de su pueblo, con su sola apariencia y modelo, de que
necesitan comprar todas las cosas que nosotros vendemos, para ascender desde la
condición de las bestias a una existencia digna.
-Pero
eso mudará totalmente los valores de sus propias culturas... -arguyó Orfeo.
-¡Bah!
Fuera de Tartessós, no se puede llamar cultura a lo que esos bárbaros tan
elementales tienen. Hay que enseñarles a vivir decentemente y a que piensen y
vistan como nosotros, a que abandonen el bandidismo tribal y se organicen como
naciones, a que aprendan a trabajar de una manera puntual, eficaz y constante,
a que respeten sus compromisos comerciales... Es toda una labor civilizadora
ingrata y lenta, desde la pura base, igual que se enseña a los niños, Orfeo. Al
principio les llevábamos cosas lujosas, como manufacturas en marfil, pero no
sabían apreciarlas. Sin embargo, quedaban deslumbrados, sobre todo las mujeres,
ante simples cuentas brillantes y coloridas de vidrio...
Tras
el deslumbramiento, que es la introducción, hay que empezar ofreciéndoles vino,
luego sal, aceite de oliva y frutas, si dispones de ellas. Y, por supuesto,
convidándoles a probar las más simples recetas civilizadas para comer con
gusto, para que nos compren nuestros productos, ya que ellos sólo saben comer y
beber como bestias los alimentos salvajes y gratuitos que les da la naturaleza
circundante, y son tan tierra-tierra que sólo pagan bien por satisfacer la
barriga, el sexo y la vanidad.
...
Y en la misma venta les puedes ofrecer cacharros de cocina y los objetos más
comunes y vulgares que debe haber en toda casa. Pero, como tarde o temprano,
sus artesanos los imitarán, es fundamental estar atentos a cambiar el diseño en
cada temporada y a renovar, poniendo de moda cada vez una chuchería diferente,
sobre todo perifollos femeninos, diciendo que son “Lo que se lleva ahora mismo
en Grecia o en Egipto”. Y todos desearán comprarlo a buen precio, para no ser
menos que su vecino... El vino ayuda mucho a convencerles. El vino cretense,
que antes fue egipcio, prendió muy bien en nuestras factorías en aquellas
tierras.-
………………………………………………………………………………………….
LABERINTO
PERSONALIZADO. 49 a 56 años:
Tiempo
después, luciendo una bella tarde en el Cabo de la Nave de Hermes, Donnon
apreciaba junto mí, con su mejor humor galaico, las pirámides de piedras y las
esculturas que habían crecido al lado del sendero de mi laberinto, al final de
cada estación.
-Tu caminada hasta el momento presente ya
se ve muy saneada, amigo mío –dijo-. Las estaciones de tu laberinto que
corresponden a tus ciclos de edad se ven limpias, bellas, radiantes en su
conjunto, sintetizadas. Tu huerto-jardín también se ve muy bien, tu estudio ha
dado muchos frutos, flores y monumentos. Espero que tengas ahora claro lo que
ha sido importante en tu vida y aquello otro que sólo ha servido para
distraerte de lo esencial, o sea, para sabotear tu realización, tu real-hacerte
o re-asumir lo que en verdad eres.
A los 49 años se acabó la juventud oficial
(no la de espíritu, por favor), y se inaugura el primer período de la edad
madura. Madurecer significa dar frutos. Al entrar en esa edad, un ser
evolutivo, sobre todo si es mujer, ya tiene que haber hecho aportaciones
considerables para mejorar la especie humana y el mundo que heredó de sus
padres. Si lo hizo, ya su vida valió la pena y se puede centrar en evoluciones
de mayor sutileza… aunque aún pueden estar para llegar sus realizaciones más
importantes, eso que se llama la obra madura de un creador.
..........................................................................
89- SÍNTESIS:
Cuando
cooperan mi voluntad interior y mi intuición inspiradora, tomo real posesión de
mis potencialidades de realización.
-… Llegamos al momento en que, como resumen de
lo aprendido a lo largo de toda tu caminada anterior y consultando antes con tu
muerte, con tu amor y con tu alma –sugirió Donnon-, vas ahora a escribir sobre
una piedra, en la estación 89, una breve frase síntesis de la misión y tarea
esencial que represente lo más importante que has venido a hacer a esta vida,
para recordar que debes dedicarte fundamentalmente a ellas, sin dispersarte,
hasta los setenta años, si los llegaste a vivir”.-
31-
EL VINO
Arron
hizo el gesto de quien empina el codo para beber, guiñó el ojo para Orfeo y
dijo:
-Si
algún dios ha triunfado en el mundo entero, compañero, ese es Dionisio, amigo
mío: durante muchos años yo me dediqué a transportar ánforas de vino cretense
por el mar y esa era una mercancía que en ninguna parte dejó de ser debidamente
apreciada y que me ha servido para ganarme la amistad de tribus enteras de
bárbaros.
Las
uvas tienen una larga historia: En Oriente se dice que vinieron de aquel
poderoso y culto reino de la antiguedad que se hundió bajo un diluvio o un
maremoto. Parece que algunos de sus marinos supervivientes lograron desembarcar
en una montaña del Cáucaso, igual que nuestros Decaulión y Pirra en el Parnaso,
y lo primero que hicieron en cuanto pudieron tocar tierra firme fue plantar una
viña, cosechar, hacer vino y beberlo, para recuperar la alegría, tras haber
sido testigos de la muerte de todo el mundo que conocían. Los vates griegos,
por su parte, dicen que Decaulión era hermano de Ariadna de Creta, hija de
Minos, quien, cuando Teseo de Atenas la abandonó en Naxos, se emparejó con
Dionisio, quien llevó a toda parte la cultura del vino.
El
caso es que a los pocos años de la última gran catástrofe, las uvas ya crecían
salvajes en la costa sur del Mar Negro; a través de Asia Menor y Palestina, se
extendió su cultivo hasta Egipto y todo el norte de Africa, desde allí pasó a
Creta, donde la hermandad de los hombres-cabra, los Hijos de Pan, se encargaba
de elaborarlo, por eso Baco siempre se representa rodeado de sátiros. Los
cretenses lo llevaron, por oriente, hasta Persia y la India... y por occidente,
las naves jonias (y yo tuve el honor de ser mensajero de Dionisio en esa
misión), hasta el remoto litoral de los Oestrymnios del Norte, donde desplazó a
la rubia cerveza.-
-No
consiguió desplazarla en Tracia... –contestó Orfeo sonriendo- Allí, como en
Frigia, las orgías dionisíacas de las ménades continúan haciéndose con cerveza
elaborada por la hermandad de los centauros. Por cierto que el centauro Quirón
de Ptía conocía un preparado alcohólico muy antiguo, a base de cerveza de abeto
mezclada con hiedra y endulzada con aguamiel, del que se dice que es el néctar
que toman los dioses en sus fiestas del Olimpo.
-No
me fío nada de esas recetas demasiado antiguas- dijo Arron-, desde que me
enteré de que el tal néctar de Zeus no pasaba de ser una elemental aguamiel
tostada y que la famosa Ambrosía, el alimento del que se dice que daba
inmortalidad a los dioses, no era más que unas gachas de cebada, aceite y
frutas troceadas... Claro que eso ocurría en una época en la que los hombres
sólo subsistían de asfódelos, malvas y bellotas...-
Orfeo
sabía, por Quirón y por Eleusis, que todos aquellos componentes de la Ambrosía
que el comandante citaba componían, con sus letras iniciales juntas, la palabra
“hongo” en griego, y que la ingestión ritual de hongos enteógenos era la llave
que las antiguas chamanas matriarcales y los hombres-centauros del monte Pelión
habían descubierto, en los bosques o entre el estiércol de los caballos, para
conocer a los dioses. …Aunque era algo sobre lo que había jurado guardar
secreto iniciático total.
Arron
iba a seguir hablando, pero el timonel gritó desde su puesto, para todos, que
ya se comenzaba a divisar la mole rugidora y los humeantes exabruptos del
volcán Etna de Sicilia en el horizonte occidental.
………………………………………………………………………………………….
LABERINTO
PERSONALIZADO. 56 a 63 años:
A
los 56 años se acabó el primer período de la edad madura y se inaugura el
segundo de los tres. Madurecer significa dar frutos. Al entrar en esa edad, un
ser evolutivo ya tiene que estar dando frutos de cierta sutileza… aunque aún
pueden estar para llegar sus realizaciones más importantes, eso que se llama la
obra madura de un creador. ……………………………………………………………………………… LABERINTO
PERSONALIZADO. Breve frase síntesis de la misión y tarea esencial que elegí,
para dedicarme a ella hasta los 70 años, si los llegase a vivir:
………………………………………………………………………………
Donnon
añadió, por su parte, que mi salto evolutivo sería un verdadero salto a lo más
alto de mí si, en lugar de seguir intentando trazar por mi cuenta mis planos
personales de vida en la ignorancia, renunciaba a la soberanía de mi libre
albedrío y me entregaba incondicionalmente a ayudar a cumplir el Plan Evolutivo
del Creador para este ciclo de toda la Humanidad… Si yo quisiese conseguirlo,
tendría que dejar totalmente a un lado el instinto, el deseo, las sensaciones,
la pasión, la emoción y el intelecto, y sólo guiarme por las intuiciones
sutiles de la parte más femenina de mi Alma, aceptar que todo cuanto ocurre en
su vida es el resultado y la cosecha de cuanto nuestra concentrada atención
sembró anteriormente para nosotros mismos. Por tanto, parece razonable
renunciar a seguir sembrando para uno mismo y a cualquier plano y proyecto
personal y entregarse al Plan Divino, rogándole a su Ideador que nos permita
entender de qué manera debemos servirle.
-…Ahora habrás de ocuparte –dijo el
instructor, después de leer la frase que expresaba la síntesis de lo más
importante de lo vivido por Orfeo-, si quieres seguir, de los ciclos de tu vida
que todavía no has vivido, a partir de la etapa del camino que se corresponde
con el inicio del ciclo de siete años en el que se inserta tu edad presente,
hasta un final hipotético, a los setenta años, en la estación 109… Aunque
llegases a vivir más, considéralo un presente de los dioses para dejar, atrás
de ti, algo de tu mejor experiencia que pueda orientar la caminada de quienes
vienen atrás.
...Como se trata de períodos de tu vida
posible que aún no conoces, tendrás que representarlos en lo que queda del
sendero tal como te gustaría vivirlos, lo cual es una manera de trazar tu
propio destino y de comprometerte con él.
…………………………………………………………………………….
Nenhum comentário:
Postar um comentário