quarta-feira, 27 de novembro de 2019

32- SICILIA


32- SICILIA


Era un coloso altísimo, el volcán más elevado y activo de Europa, decían, con su base extendiéndose sobre toda la mitad nordeste de la isla y con la cumbre cubierta de nieves perpetuas, de la que salía humo continuamente, a veces con suavidad, a veces acompañado de pavorosas explosiones

-Está en erupción ahora mismo? -preguntó Orfeo.

-No, no, este es su estado normal desde que los hombres de nuestra raza lo recuerdan, tranquilo pero bastante vivo –respondió Arron-, la última erupción fue hace doscientos años y eso sí que daba miedo, según se cuenta. Sin embargo los habitantes de un pueblo que hay a sus pies, siguen ahí desde siempre y no se van. La primera vez que yo pasé por aquí casi anochecía y estaba arrojando tales emisiones de colada de lava por los cuatro cráteres de su cima, que nos volvimos, aterrados, porque parecía que hasta el mar estaba ardiendo.

Pero luego supimos que eso sólo indica que los fantasmas de los cíclopes que Apolo mató, para vengar a su hijo Asclepio, siguen realizando su actividad habitual ahí dentro. Nada de lo que alarmarse, Orfeo, aunque los sabios dicen que se vuelven cada año más violentos... quien sabe si algún día el pavoroso gigante Tifón, que intentó vengar la derrota de los titanes, y al que también Zeus mismo venció y encerró ahí abajo, se escapará de su prisión y volverá este mundo del revés, como dicen que acontece cada venticinco mil años.

...Observa bien donde te estoy señalando: de aquel lado de las faldas del Etna hay un precipicio, el acantilado de Cíane, lo tienen como sagrado, ya que se dice que lo abrió Hades cuando raptó a la doncella Core, hija de la diosa Démeter, para bajarla al Mundo Inferior en su carro de negros corceles, donde ahora reina junto a él con el nombre de Perséfone.-

-¿Se podrá descender a los Infiernos por ese acantilado, comandante? –preguntó Orfeo con gran interés.

-Ni hablar, esa grieta está cegada por la lava de las últimas erupciones; hay algunas más en otros puntos del volcán que aún están abiertas, pero no se puede introducir nadie sin asfixiarse o quemarse inmediatamente... En cualquier caso, estas cosas tan especiales que Sicilia tiene hicieron que nadie, sino los fenicios, se atreviese a colonizarla durante mucho tiempo.

-¿Entonces está vacía de griegos?

-No, no, un día un tal Teocles fue arrojado ahí por una tormenta y no encontró cíclopes enormes de un solo ojo, sino pastores muy pacíficos que vivían en un lugar muy fértil. Así que volvió a Grecia, trajo gente civilizada y fundó Naxos. Si todo va bien, esta noche dormiremos en ese puerto.

………………………………………………………………………………………….




LABERINTO PERSONALIZADO. 63 a 70 años:


     -A los 63 años se acabó el segundo período de la edad madura y se inaugura el tercero y último antes de la ancianidad (aunque es posible que en épocas futuras se pueda hablar de primera y segunda ancianidad).

     Al entrar en esa edad, un ser evolutivo ya tiene que estar perfeccionando sus realizaciones terrenales más importantes, eso que se llama la obra madura de un creador, destinada a servir a los que vienen detrás. A los 70 o antes, si es posible, cualquier obra material que se haya objetivado ya debería estar terminada, aunque el trabajo evolutivo siga desarrollándose en planos más sutiles que los materiales.

………………………………………………………………………………


   92- RECICLAJE:
Acabar de digerir lo últimamente asimilado, liberarme una vez más de lo que no es mío y ordenar y aprontar calmamente mis poderes personales

-Ahora puedes escribir sobre una piedra, en la estación 92, “Reciclaje”, una sola palabra clave –dijo el nerio-, luego de consultar con tu muerte, con tu amor y con tu alma, que te recuerde cómo quieres vivir después de los 70 años y después de cumplida tu misión y tarea esencial, si llegases al triunfo de vivir ese cumplimiento.-












33- LAS SIRENAS


La mágica manera de cantar y tocar de Orfeo y la fuerza de su sentimiento no sólo animó, cautivó y entretuvo a los marineros tirsenos, lidios y focenses que iban con él, todos hombres libres, sino que también contribuyó a salvarlos de perecer ahogados en el peligroso estrecho que separa Italia y Sicilia, abundante en sirenas, según se decía.

Se pasaba de barco a barco entre los marinos en Naxos la noticia de la muerte, hacía años, de seis hombres-centauro, procedentes de Ptía quienes, habiendo huido en una nave de la persecución de Hércules tras un combate terrible, acabaron siendo devorados por las rompientes, contra las que se arrojaron, enloquecidos por los cánticos que oían obsesivamente en sus cabezas, según relataban los dos únicos supervivientes.

Aquellas noticias venían acompañadas de una tristísima nueva para el bardo: su maestro, el centauro Quirón, que era inmortal, ya no vivía más. Pero él sabía que no era verdad, como algunos contaban, que hubiera sido atravesado por una flecha de su discípulo Hércules, quien lo amaba entrañablemente.

-¿Cómo es posible que un inmortal como Quirón, hijo de Cronos, haya muerto...? –se preguntaban todos. -Sólo porque él mismo escogió, divinamente, renunciar a la vida –contestaban otros.

La verdad era que Hércules le había rozado, sin querer, con una flecha dirigida a otro arquero, cuando Quirón se metió por el medio tratando de detener una pelea entre el coloso y un grupo de exaltados centauros de su clan. Era una herida muy leve, pero la flecha estaba envenenada por la sangre de la Hidra de Lerna, y Quirón sufrió tanto durante varios años, sin que su enorme conocimiento médico pudiese aliviarlo, que hacía unos días había cambiado a Zeus su inmortalidad por la mortalidad de Prometeo, bendito padre de los hombres actuales, para librarse del incesante dolor que le carcomía.

Se decía que Hércules, que desencadenó a Prometeo de su castigo en el Cáucaso y que por toda parte buscó y experimentó remedios para su sabio mentor centauro durante mucho tiempo sin que ninguno realmente sirviera, estaba tan desconsolado por su tremendo error que pidió morir en lugar de Quirón. El viejo maestro no lo aceptó, dijo que no estaba mal un viaje por otras dimensiones y dejó para siempre su fructífera manifestación en ésta vida, durante la cual tantos héroes había formado.


Pero Orfeo tuvo que apartar a un lado su nostalgia para concentrarse en ayudar a su gente a pasar la parte más angosta del estrecho de Scylla sin irse a pique. La manera, como ya había aprendido durante la navegación con los argonautas, era mantener absorta la atención de su tripulación para que no se viesen afectados por los cantos de fascinio de las mortales provocadoras de naufragios.

Los islotes aparecieron de repente a la vista, entre las agitadas olas, con sus cumbres peñascosas plagadas de numerosísimas bandadas de blancas aves, que alzaron el vuelo sobre ellos al divisarles y que llenaron el aire, alrededor de la nave, de una espantosa algarabía. El bardo sabía que, a poco que los remeros comenzaran a dejarse obsesionar por ella, empezarían a imaginarse que aquellos grandes pajarracos, que por todas partes se colaban, tenían cabeza de mujer y cantaban, y se adormecerían con la dulzura y la sensualidad de unos cánticos que no eran más que una ilusión de la mente.

Cualquier descuido en medio de aquel archipiélago semisumergido de erizadas rocas les haría quebrar el casco contra ellas y servir de machacado pasto a los voraces buitres marinos y a los peces.

Como lo más importante era mantener la tranquilidad y la sincronía de las bogadas, Orfeo recurrió a las más jocosas y marchosas canciones marineras, las que tenían estribillos divertidos que todos los remeros sabían corear, en los momentos en los que era preciso un esfuerzo muscular mayor para salvar una línea de escollos. Las alternaba con dulces cánticos tranquilizantes que sólo cantaba él, con voz de tenor, en los espacios sin peligro, para que la tripulación se relajase y estuviese atenta al coro en el siguiente momento duro. Los estribillos colectivos remataban en una estruendosa exclamación que asustaba a los buitres y cernícalos y que hacía que, por unos momentos, se separaran del barco, disminuyendo su acoso.

De esa forma y siguiendo esos ritmos, las tres naves, con la “Tursha” abriendo y marcando el camino y el ritmo a las demás, consiguieron superar el promontorio Pelorus y la plaga de pajarracos marinos, que fueron retornando a sus rocas. Al cabo de un rato, pudieron alzar de nuevo las velas para aprovechar un cálido viento del sur que les ayudó a remontar la costa de Calabria.

Orfeo dejó de cantar, los remeros pudieron descansar entonces y lo primero que hicieron fue una larga ovación en honor de su bardo, que les había sabido mantener bien coordinados y atentos durante aquella pesadilla.

La leyenda de las sirenas venía de mitologías muy antiguas, que las hacían servidoras de la Diosa de la Muerte, quien las enviaba a recoger las almas de los náufragos para llevarlas al Ultramundo. Los marinos eran muy supersticiosos y con sólo ver cerca del barco una bandada de cernícalos marinos, les parecía una señal de tan mal agüero, que facilmente entraban en pánico en el momento en que más sangre fría y sincronía se necesitaba.



………………………………………………………………………………..



LABERINTO PERSONALIZADO. Breve frase síntesis de la misión y tarea esencial que elegí, para dedicarme a ella hasta los 70 años, si los llegase a vivir:

………………………………………………………………………………



     -…Ahora habrás de ocuparte –dijo el instructor, después de leer la frase que expresaba la síntesis de lo más importante de lo vivido por Orfeo-, si quieres seguir, de los ciclos de tu vida que todavía no has vivido, a partir de la etapa del camino que se corresponde con el inicio del ciclo de siete años en el que se inserta tu edad presente, hasta un final hipotético, a los setenta años, en la estación 109… Aunque llegases a vivir más, considéralo un presente de los dioses para dejar, atrás de ti, algo de tu mejor experiencia que pueda orientar la caminada de quienes vienen atrás.
     ...Como se trata de períodos de tu vida posible que aún no conoces, tendrás que representarlos en lo que queda del sendero tal como te gustaría vivirlos, lo cual es una manera de trazar tu propio destino y de comprometerte con él.




 …………………………………………………………………………….








34- SUR DE ITALIA


Subiendo la costa itálica cara al norte, la flotilla vino a ancorar una tarde en la Isla de los Monos, donde estaba la factoría más antigua de Occidente, fundada por jonios de Calcis y de Eubea, la de Pithecussa, que cambiaba a los Samnitas, que eran los nativos itálicos más próximos, su abundante trigo por vasos de cerámica decorados con historias de dioses y héroes (lo que era una piadosa forma de contribuir a civilizarlos).

Allá descargaron y cargaron mercancías durante dos días. Orfeo se admiraba de la belleza del paisaje, con la mole piramidal del volcán Vesubio dominando el centro de la amplia, cóncava y luminosa bahía, que acababa cerrándose al sur con el cabo Sorrento y con el lindo contorno de la isla de Capri. El bardo bajó a dar una vuelta por la ciudadela griega y por el borde del continente y pudo entender por qué Italia era llamada “tierra de promisión”, al conocer los planes de crecimiento y expansión por la espaciosa bahía que los colonos tenían, especialmente en la base del promontorio Miseno, frente a Phitecussa, donde querían construir una ciudad continental a la que llamarían Kyme o Cumas, en recuerdo de una ciudad destruída hacía tiempo en Eubea.

El solar de Kyme estaba junto a unas colinas llenas de castaños y parras de vid recién plantadas y por detrás de ellas había una pequeña laguna volcánica consagrada a Hécate, a la que llamaban el Averno, que quiere decir “sin pájaros”, ya que era un antiguo cráter de volcán. El agua estaba hirviendo y de vez en cuando soltaba vapores sulfurosos que asfixiarían a las aves que se aventurasen a cruzarlo.

Orfeo hizo que le guiaran allí, pero no vio forma alguna de bajar por aquella olla de freir hasta el Hades sin quemarse o asfixiarse como los pájaros, así que decidió continuar hasta el Extremo Occidente, tal como Hércules recomendara.

Por causa de la extensísima y fértil llanura cerealista que se extendía hacia el golfo situado más al norte, bien regada por el río Volturno y abonada por las lavas volcánicas, Kyme parecía el proyecto de colonia con más posibilidades de futuro que Orfeo hubiese conocido.

Así, pasó la tarde componiendo un canto en su honor, imaginando una civilización, la de la “Gran Grecia” que, partiendo de aquel lugar, se extendería por toda Italia y por todo el Mediterráneo Occidental, llevando a los remotos países bárbaros la luz de Apolo, la alegría de Dionisio y el firme y misericordioso amor de la Diosa, matriz de toda vida.



………………………………………………………………………………..



LABERINTO PERSONALIZADO. Palabra clave: Cómo quiero vivir después de los 70 años, cumplida mi misión y tarea esencial, si llegase a vivir ese cumplimiento y a sobrepasar esa edad:


…………………………………………………………………………….


   92- RECICLAJE:
Acabar de digerir lo últimamente asimilado, liberarme una vez más de lo que no es mío y ordenar y aprontar calmamente mis poderes personales

-Ahora puedes escribir sobre una piedra, en la estación 92, “Reciclaje”, una sola palabra clave –dijo el nerio- que te recuerde cómo quieres vivir después de los 70 años, cumplida tu misión y tarea esencial, si llegases al triunfo de vivir ese cumplimiento y a sobrepasar esa edad.-


……………………………………………………………………………….









35- ITALIA CENTRAL


El boscoso territorio al norte de la playa de Mirmix y del cabo de Cajeta estaba en poder de pueblos salvajes muy agresivos: Samnitas, Volscos y Latinos, que vivían peleando entre sí o asaltando las caravanas del comercio griego con el norte; así que por precaución, al salir de Phitecusa, prefirieron cruzar frente al litoral de Traquina y el promontorio de Circe de noche y resguardarse de día más allá, entre las Marismas Pontinas, para evitar que las embarcaciones de posibles piratas avistasen a la flotilla y decidiesen echárseles encima, como una manada de lobos.

Por fin superaron aquella zona de peligro, al divisar en el horizonte el Monte Argentario, el Parnaso itálico, que parecía una isla, de donde los Tirsenos habían expulsado a la antigua guarnición fenicia para establecer su primer fortín protector. Tras él, comenzaba la Etruria, con la desembocadura del río Umbro en su centro. De cara a Occidente, mientras avanzaban, se destacaban las islas Calidnas, coronando el horizonte como una diadema.

Así, llegaron por fin a la tan mentada Tirsenes, una ciudad en construcción, tal vez una futura nación de gentes prósperas y libres, donde las tres naves desembarcaron a los numerosos emigrantes lidios que traían, junto con sus pertenencias y esperanzas.


Durante los días siguientes se dedicaron a avituallar el “Tursha”, pues tan sólo él partiría, con Arron comandando una tripulación de focenses, en procura del descubrimiento de nuevas posibles colonias, al tiempo que intentaba el intercambio de manufacturas orientales baratas por el oro y las pieles de animales salvajes de los nativos de Occidente. Mientras, los otros dos barcos regresarían a la Anatolia, a llevar mercancías etruscas a los lidios y traer más emigrantes.

Tirsenes trataba de ir pareciendo una verdadera ciudad civilizada llena de actividad, como las de Grecia, ordenada, limpia y con todos sus servicios funcionando perfectamente. Se notaba, a pesar de su juventud, que había riqueza en ella, porque no faltaban buenos templos ni palacios, ni siquiera monumentos escultóricos de calidad más que mediana en los puntos emblemáticos, que seguían teniendo aquel gusto jonio por la sensualidad de las formas naturales en un movimiento tan vital como idealizado.

Mantenían los tirsenos un intenso tráfico con la isla de Cerdeña, que era el primer lugar donde se habían establecido, antes de fundar su ciudad en la península itálica. El puerto estaba muy bien defendido y todo el conjunto se encontraba rodeado de una empalizada de troncos, mientras se construían las imprescindibles murallas de piedra.

Los habitantes eran jonios asiáticos de toda clase que se sentían agradecidos a los dioses por haber podido establecerse en un mundo nuevo donde había paz (aunque siempre había que tener cuidado con los nativos) y donde cada uno de ellos ya no era “uno más”, como en la populosa Lidia, sino “la civilización” en medio de un continente de salvajes. Estaban todos convencidos, incluidos los recién llegados, de que algún día llegarían a ser ricos o dirigentes de una sociedad diferente, donde casi todo estaba por hacer y en el que cualquier persona con algún especial talento tendría igualdad de oportunidades donde demostrarlo y destacar.

Políticamente habían seguido el modelo fenicio de la ciudad-estado que se regía por medio de asambleas comunitarias en las que no siempre eran escuchados y seguidos los más comprobadamente capaces y serviciales; ni siquiera los fundadores que no permanecían allí todo el tiempo, como Arron, que se veía un poco resentido por la falta de agradecimiento de Tirsenes hacia una persona que había hecho tanto por la colonia como él.

-Yo fui quien ha ido creando esta ciudad en cada uno de mis viajes –dijo el marino, amargado, a Orfeo, al regresar de una asamblea-. Y cada novato que traigo de Lidia, parece que porta bajo el brazo un proyecto revolucionario de ciudad ideal y de república perfecta, proponiendo reformarlo todo desde los cimientos en cuanto le concedan voz y voto. Sería mejor que la hubiese poblado con bárbaros y luego les enseñara a organizarse, en lugar de tanto jonio archisabido.

-¿Por qué estás tan enfadado, Arron? -preguntó el tracio.

-Dos tipos a quienes tuve la desgracia de traer de Mileto, que se llaman a sí mismos “filósofos”, propusieron a la asamblea crear una escuela, presidida por ellos, claro está, donde se pudiese formar iniciáticamente a lo más selecto de los hijos de los emigrantes griegos en Italia para convertirlos en una clase sacerdotal dirigente de la nueva sociedad. “Reyes-filósofos”, dicen ellos.

Yo contesté que para clases sacerdotales dirigentes de la sociedad ya habíamos tenido bastante con las sacerdotisas de la Diosa primero y con los reyes-sacerdotes de los Olímpicos después, y que si queríamos crear una nueva sociedad de verdad, la hiciésemos con la voz y el voto de los ciudadanos libres que pagan impuestos o realizan servicios reconocidos a la ciudad, siempre a mano alzada, por simple mayoría de los presentes, no dejándonos manipular de nuevo por una pirámide jerárquica en cuya cumbre están los supuestos intérpretes de los dioses, que siempre acaban por dividir a la comunidad en castas, de las cuales, la más alta (la suya, naturalmente), se perpetúa a sí misma en el poder.

Orfeo prefirió no hacer comentario alguno sobre “modelos teóricos de política para una sociedad ideal”, que le parecía un tema tedioso, de baja vibración, separatista e irresoluble,

Él sabía muy bien, por experiencia familiar, que monarquía o república son apenas fachadas de cara al pueblo, y que, a pesar del voto popular a mano alzada, quien realmente decide el rumbo de un estado “normal’ son los grupos de poder que apoyan y financian, bien a un Monarca supuestamente soberano y a su cúpula de sacerdotes o nobles, o bien a las distintas fracciones que se destacan en un Consejo de supuestos representantes de los ciudadanos.

Así que sacó su lira para intentar calmar al tirseno con su música, lo que no demoró mucho en conseguir.


Cuando por fin zarparon de allí, cruzando el mar hacia el oeste, Orfeo cantó un himno en honor de Poseidón, padre del linaje Tirreno, tan emotivo y tan bello que el dios del mar tuvo a bien concederles la mejor de las travesías posibles y, gracias al viento adecuado para sus velas, no tardaron en divisar aquella enorme “montaña en el mar”, Córcega.





……………………………………………………………………………………..



LABERINTO PERSONALIZADO. Mi compromiso sobre lo que elijo vivir desde ahora mismo hasta mi muerte:


-…Todo este trabajo que has estado haciendo –dijo mi instructor-, te debe llevar a un firme compromiso, ante tí mismo y ante la Vida, de ponerte a intentar vivir, de ahora en adelante y en tus próximos ciclos, el exacto programa que tú mismo, en plena libertad, eliges ahora, y de no desviarte de él ni dispersar tu energía en vagabundear por aquello que no es el cumplimiento de tu propio destino escogido… ¿…Está esto bien entendido, amigo mío?- se aseguró.

Asintí con un gesto. Donnon no lo aceptó y pidió, por favor, que expresase lo que había entendido con sus palabras.

-“Me comprometo, ante mí mismo y ante la Vida, a intentar vivir, de ahora en adelante y en mis próximos ciclos –afirmé seriamente-, el exacto programa que ahora voy a elegir y a reflejar en lo que queda de este sendero, así como a no desviarme del cumplimiento del programa elegido, cueste lo que cueste, hasta mi muerte.”-








36- LA ISLA DE CÓRCEGA


-“¡Kalista!” (La Hermosa)- había gritado el timonel en cuanto la vió asomar en el horizonte. Era la isla más alta del Mediterráneo, prolongación de la cordillera de los Alpes, de una luminosa y agreste belleza natural incomparable. Cuando se fueron acercando, se pudo ver que estaba rematada por altos picachos orlados de nieves resplandecientes, exhuberantes en bosques, riscos esculpidos por los vientos, desfiladeros, ríos, rojizos cabos, acantilados calizos, salvajes e íntimas calas, golfos profundos de aguas verdiazules y transparentes, con playas de arena dorada, sombríos sotos... tan atractivo el lugar, que el comandante mandó desembarcar a todo el mundo, excepto a los guardianes designados por turnos para las naves, puso centinelas también en la playa y, después de organizar la reposición de agua y la búsqueda de mariscos y caza, anunció a todos que descansarían un par de días en aquel paraíso, orden que fue recibida con alegría general."

-Algún día me gustaría retirarme a vivir sencillamente en un lugar como éste –comentaba Arron más tarde, mientras disfrutaban de sabrosas langostas cocinadas en salsa de hierbas aromáticas frescas, sal, cebolla picada, aceite y vino-, lejos del amontonamiento de la civilización y de sus lujos artificiales, por miles de bandidos codiciados.

-Incluso aquí podrían aparecer los fenicios o los aqueos, o los mismos nativos, a aguarte la fiesta -comentó jocosamente el timonel, sentado frente a él mientras bebía-. Sólo descansan de verdad los muertos.

Orfeo pensó de repente si eso sería cierto y si la consciencia de Eurídice no estaría en aquel momento en un paraíso sin inquietudes, mientras él recorría medio mundo para tratar de devolverla a la continua preocupación de la mente, a las necesidades perentorias del cuerpo, a su desgaste imparable, al riesgo y a la zozobra propios de los vivientes, envueltos en cuerpos frágiles y vulnerables, residentes en un mundo donde el pez grande se come al pez chico.


Pero sus reflexiones fueron interrumpidas por la llegada del primer grupo de cazadores, que traían un par de jabalíes alcanzados por sus flechas. El jefe del grupo comunicó a Arron que también habían encontrado un santuario cavernícola.

El comandante quiso que les guiaran enseguida hasta allá. Se trataba de una cueva de poca profundidad junto a una umbrosa cascada, rodeada de una zona de pequeños dólmenes, estelas, menhires y todo tipo de restos de ofrendas, probablemente un lugar sagrado de enterramiento. En su interior había una representación en piedra de la Gran Madre neolítica que debía tener miles de años. Era un tosco torso femenino de forma fálica y con la cabeza como un glande, todo ello inscrito en un rombo ocre rojizo, color de fertilidad y resurrección.

Manifestaba la creencia de los antiguos en el carácter hermafrodita de la Diosa, que se autofecundaba para crear la vida, sin necesidad de que existiese un complemento masculino para colaborar a su fertilidad. Tenía un collar formado por signos en zig-zag y mariposas, para realzar su jerarquía y su carácter de eterna regeneración. Por lo mismo, su parte superior estaba rematada por la serpiente de la sabiduría. Había otros signos astronómicos que aludían a las diferentes personalidades y funciones de la Diosa protectora de la vida, la muerte y el renacimiento.

En su vientre estaba grabado un árbol de amplias ramas y frondosa copa que recordaba a un feto, cuyo tronco se convertía en un óvalo con un punto en el centro del círculo, que simbolizaba la Vulva Universal, y el hueco Mundo Subterráneo que da lugar a todas las manifestaciones de la vida.

Arron y sus acompañantes recogieron flores y se las ofrendaron a la Diosa con el mayor respeto. Luego ordenó al jefe de los cazadores que se trajeran hasta allí las langostas, los dos jabalíes y el resto de la caza y pesca que se hubiera conseguido, para cocinarlos en el ara que había delante de la cueva. Quemaron completamente en sacrificio la apetecible porción del muslo, bien engrasada y envuelta en las tripas, e hicieron libaciones en honor de la Madre de todos los dioses, mientras Orfeo le dedicaba un himno con su lira. Lo restante fue distribuido entre los tripulantes, que se congratularon de estar comiendo en familia, rodeados de una acogedora vegetación y del aroma de la tierra fértil, en la venerada compañía del Femenino Universal.

Antes de marcharse, enterraron todos sus residuos, para dejar limpio el lugar, como era obligado, y dispusieron sobre el suelo, en la boca de la cueva, algunos emblemas tirsenos y focenses, un plato con comida, una crátera de vino tinto y dos vasos decorativos de cierto lujo como ofrenda, no sólo para mantener propicia a la divinidad, sino también para que los nativos supieran que habían disfrutado de su isla, de sus piezas de caza y de su santuario como agradecidos huéspedes de la Madre de todos, y no como piratas.

Al salir se dieron cuenta de que varios de los menhires circundantes eran, en realidad, otras representaciones de la Diosa en su aspecto fálico, aunque las lluvias de varios siglos habían desgastado bastante sus caderas y senos, y su rostro inscrito en el glande. Las extremidades acababan en puntas curvadas hacia arriba o hacia abajo, para realzar más aún su carácter fecundador. Otro tenía sexo femenino por delante y masculino por atrás.

-La Divinidad, representada por los ancestrales bajo esta forma simple, andrógina y estilizada, hasta ruda y primaria… -comentó el comandante Arron-… los atributos esencialmente físicos de un Madre-Padre arquetípico, abstracto, expresan bastante mejor, para mí, aquello a lo que es imposible dar una imagen que no sea un puro símbolo. Lo prefiero a la más perfectamente naturalista de las estatuas de mármol en forma de hombre o de mujer, que siempre nos llevan a la ilusión idolátrica de querer seguir adorando al Misterio Incognoscible e Ilimitado, dentro de la forma y medida limitada de lo conocido por nosotros, que es nuestra pequeña dimensión humana.

-Ahora bien –respondió el timonel- puestos a aceptar un modelo de símbolo a nuestra imagen y semejanza, un ídolo naturalista, la verdad es que la forma humana de una diosa siempre me hace sentir perfectamente a un dios dentro de sí, o acompañándola aunque se halle ausente, mientras que a la imagen de un dios siempre le está faltando algo.-

-Eso se debe, creo yo –siguió el hilo Arron-, a esa maldita necesidad o ansia sexual que los hombres tenemos siempre, compulsión animal que le resta algo de su soberanía a Zeus y a los varones en general, siempre buscando afuera, siempre carentes de algo, frente a la perfecta majestad serena de la Diosa, acogedora, nutricia, abundante y completa, un centro que atrae todo hacia ella, por muy sola que parezca estar... aunque puede que esto que estoy diciendo no sea, tal vez, sino una apreciación subjetiva mía , inducida por milenios de cultura matriarcal.-

Orfeo siempre se sorprendía por aquellas deducciones espontáneas, intelectuales y agudamente filosóficas, propias del carácter de los jonios, tan propias como la suelta alegría con que comían, bebían, bailaban, bromeaban, trabajaban, comerciaban, peleaban y amaban. Tan cerca de la Diosa y de Dionisio como de Zeus y Apolo. Decididamente, eran el tipo de griego que más le gustaba.

Aquella noche recordó con nostalgia su primera visión enamorada de Eurídice (le parecía a su corazón que muchísimos años habían transcurrido desde entonces). Ella estaba sentada junto al mirador que había en la parte pública del Templo de las Dríades, disfrutando concentradamente del atardecer. La había sentido, en aquel momento, tan completa y perfecta en su propio ser, tan real su vivencia del presente, tan libre de necesidad o de carencia alguna, tan plena, también, de posibilidades, al rodear con su belleza externa y sagrada una matriz interna capaz de generar vida universal, que ni se atrevió a acercarse.

Y se había limitado a quedarse contemplando desde las sombras del jardín a aquella sacerdotisa desconocida y compartiendo su delicioso silencio y la vibrante plenitud del misterio de su alma a una cierta distancia.

Arron estaba en lo cierto: las mujeres daban la impresión de estar siempre bien conectadas consigo mismas, con la divinidad, con el mundo y con todo. Tal como cuando él se conectaba y completaba cuando tocaba la lira, pero sin tener necesidad de lira alguna. Los hombres necesitaban una musa para inspirarse e instrumentos materiales para crear obras. Ellas eran la musa y la propia inspiración, ellas eran la creación natural pura en forma humana y la más perfecta obra creada por la Diosa, a imagen y semejanza de Sí Misma.

“...Aunque puede que esto que estoy sintiendo no sea sino una apreciación subjetiva, inducida por mi melancólica carencia de amor y por milenios de cultura matriarcal”, pensó, emulando al comandante jonio.

Tras los dos días de delicioso relax, las tres naves zarparon de Córcega, contornearon el Promontorio Sagrado al norte de la isla y cruzaron de nuevo el amplio mar con buen viento, hasta avistar las cumbres azuladas de los Alpes Marítimos, que coronaban el litoral sur del continente europeo, al oeste del Golfo Ligur.





………………………………………………………………………………………..




LABERINTO PERSONALIZADO. ” Cómo deseo que sea mi muerte:”

-…Y también imaginarás y moldearás sobre la parte final de tu sendero la clase de muerte renovadora que deseas para tus envolturas materiales: si súbita, en cualquier momento indeterminado después de los setenta años y de haber rematado tus objetivos vitales, o si una suave y lenta disolución... O si una aceptación total de cualquier cosa que pueda suceder, antes o después de los setenta, hayas cumplido o no tus anhelos personales.-










37- “MASSALIA”, BOCAS DEL RÓDANO


Al llegar ante la costa continental de la Galia, en Camargo, cerca de las bocas del río Ródano, que se extendían en un gran abanico de canales que discurrían entre selvas tupidas de un intenso verdor oscuro cubriendo todo el horizonte, vieron como les hacían señales de humo desde la costa. Se acercaron, y una pequeña embarcación salió a su encuentro desde uno de los caños entre los árboles, con gestos claros de que querían comerciar. Los de la barca eran focenses que hacía poco que habían creado un pequeño emporio allí, al que llamaban “Massalia” y se quedaron encantados al descubrir que la tripulación de la galera estaba formada, en su mayoría, por compatriotas suyos.

Les invitaron a que se acercasen a su hogar, que era apenas una cabaña fortificada en un alto, que separaba del inmenso pantanal a una aldehuela de pescadores situada sobre una lengua de arena, asomada al mar de lodo de la boca más oriental del delta múltiple.

-¿Cómo os dio por estableceros precisamente aquí? -preguntó Arron mientras bajaba a tierra, chapoteando entre el espeso barro, mientras trataba de apartar de su rostro una pesada y persistente nube de mosquitos.

-Hemos apostado porque en el futuro, dada su situación, este lugar acabará por convertirse en un importante puerto de intercambio comercial -respondió uno de los anfitriones-. Algún día, cuando hayamos atraído suficientes colonos, fundaremos aquí mismo una ciudad que lleve el nombre de nuestra empresa.

“Eso es mucha pretensión”, pensó Orfeo, al ver la primaria austeridad de su asentamiento y la situación de verdadera miseria y suciedad en la que se encontraban los nativos de aquella costa palúdica. Si ésta era la tierra de caza y pesca donde se concentraron en el pasado los primitivos aqueos helenos –de ser verdad lo que le había contado el rey Alcínoo-, no le extrañaba que lo hubiesen dejado todo para lanzarse a la aventura del descubrimiento y de la conquista de lo desconocido, junto con los mirmidones baleáricos que aparecieron en sus naves.

Desde el incipiente emporio, sin embargo, se veían bandadas de cientos de flamencos rosados, que pululaban en las lagunas interiores del delta, acompañadas por miles de otras aves más pequeñas que se alimentan sobre el limo: zarapitos, agujas, correlimos, ostreros, chorlitos y chorlitejos. De vez en cuando una bandada echaba a volar cubriendo el cielo todo.

Compartiendo el vino cretense con el que les obsequió Arron, a cambio de los rústicos productos del país, los focenses contaron que cerca de allí había una llanura totalmente sembrada de grandes piedras que era territorio tabú para los indígenas. La prohibición sagrada de recorrerla se debía a que, cuando Hércules había pasado por ella, trayendo consigo los rebaños robados en Iberia al rey Gerión, los ligures le atacaron en gran número para arrebatárselos.

Agotadas sus flechas, cayeron encima de él en tropel, como plaga de langosta, le quitaron la clava y sólo pudo defenderse a puñetazos. Él invocó entonces la ayuda de Zeus ¡Y llovieron de repente miles de piedras que los machacaron o dispersaron sin dañar al coloso ni al ganado! Desde entonces, cuando se les pregunta por sus miedos a los naturales de la región responden que sólo una cosa temen: “que el cielo se desplome sobre sus cabezas”.

Luego Arron les estuvo preguntando sobre las condiciones de navegación hasta la gran cadena de montañas que corre al norte del gran río de los Íberos y sobre las posibilidades de colonización del largo litoral oriental de Iberia, que sigue bajando hasta el extremo Sur del continente europeo, donde se contaba que el mismo Hércules, durante el curso de uno de sus famosos trabajos, había alzado unas columnas entre Europa y África, para avisar de que se entraba en las aguas peligrosísimas del Océano.

Los focenses les informaron bastante sobre golfos y bahías prometedoras, sobre algunos fondeaderos acogedores donde ya existían mercados y sobre otros puntos de singladura con ciertos riesgos o donde los nativos eran claramente intratables, aunque se notaba que se reservaban con cautela lo que correspondía a sus expectativas de futuros intereses directos.

Al final, añadieron que, una vez llegados ante el extremo sur y atravesado el estrecho y costeándolo hacia el norte, no se demora mucho en avistar el rico puerto de Tartessós, destino deseado por todos los navegantes.

-¿Y a donde se llegaría si, en lugar de torcer hacia Tartessós o hacia África uno siguiera recto hacia Occidente? -preguntó el bardo.

-No llegarías a ninguna parte -contestó el jefe de la factoría-, sólo te encontrarías durante días interminables y con tus provisiones agotándose, ante un mar inmenso y desierto, con olas cada vez más grandes y bravas, agitadas por tempestades pavorosas. Un océano habitado por monstruos gigantescos, que probablemente acaba derramándose en cascada sobre la laguna Estigia que rodea los infiernos de Hades. No hay nada más allá de las columnas de Hércules. Lo único que se puede hacer es costear hacia Tartessós por el norte o hacia el inhóspito desierto mauritano por el sur.

Orfeo confirmó su decisión de seguir a pie la ruta terrestre que el mismo Hércules le recomendara por experiencia directa, y se propuso abandonar el navío en cuanto llegasen a la tan mentada Iberia.

Zarparon pronto de allí, después de haberles cedido a los focenses una carga de vino y aceite, con la cual ellos esperaban fascinar a los nativos, y algunas parras y mudas de olivo, por si lograban hacerlas crecer en tierras algo más secas que aquel insano humedal, quedando los colonos con el compromiso de poder contar con su base para futuros intercambios. Remaron durante lo que quedaba de día, pues no soplaba el menor viento para las velas.

Esa noche, ancoraron en una ensenada tranquila y afortunadamente libre de mosquitos, que penetraba la tierra entre dos leves promontorios, más allá de las zonas pantanosas de aquella amplia desembocadura fluvial.




………………………………………………………………………………………




LABERINTO PERSONALIZADO .“¿…Qué es lo que deseo para mi alma después de mi muerte?”


“…Como el laberinto es urobórico, ya ves que acabarás regresando a la estación por donde se inició tu caminada, aunque, a partir de ahí, se te abrirá un laberinto nuevo, el del siguiente ciclo de manifestación del Eterno Ser que juega el eterno juego del despliegue de sus potencialidades, en evoluciones y transformaciones infinitas, sobre el Teatro del Mundo que creó.

Éste es el momento en que puedes recorrer de nuevo todo el laberinto haciéndote tu última pregunta y contestándotela, estación por estación, hasta lograr sintetizar la respuesta y escribirla en la 98.

-¿…Y cúal es esa última pregunta?– inquirí yo con la mayor curiosidad.

-La pregunta fundamental que sigue a toda vida bien vivida –respondió el Instructor del Laberinto-: “¿…Qué es lo que deseo para mi alma después de mi muerte?”

………………………………………………………………………..

98- LA PUERTA DE LUZ:
En el momento en que estoy preparado, la Puerta se abre ante mí. Adelante. Lo último que escribirás sobre una piedra, en la Estación 98 del Laberinto, con la mayor brevedad y después de haberlo meditado mucho, es lo siguiente: “Lo que deseo para mi alma después de mi muerte es…………………………………………………………………....” …Y permanece el resto de tu vida con la certeza total que eso, exactamente, es lo que encontrarás, por fin, el día en que la Puerta y el Túnel de Luz se abran para ti. ………………………………………………………………………

Nenhum comentário:

Postar um comentário